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Las humanidades también pueden frenar la crisis climática

Aunque la evidencia científica demuestra los cambios medioambientales que amenazan la supervivencia en la Tierra, los expertos señalan una respuesta social y política desajustada. Por ello, algunos consideran que la crisis también es cultural.

Ecologistas de Extinction Rebellion protestan contra la crisis climática en Boston (EEUU), a 20 de abril de 2024.
Ecologistas de Extinction Rebellion protestan contra la crisis climática en Boston (EEUU), a 20 de abril de 2024. Joseph Prezioso / AFP

La crisis climática es una realidad palpable. Tenemos los datos, la información y la evidencia científica. Además, todo el mundo puede sentir los veranos cada vez más calurosos y el aumento de eventos meteorológicos extremos. Sin embargo, los expertos reclaman un mayor compromiso ante posturas políticas poco involucradas o la persistencia del negacionismo. Este desajuste entre las condiciones ambientales reales y la respuesta social conduce a pensar que el problema no es solo una cuestión científica, sino también cultural.

"Cada vez tenemos más información y mucho más sofisticada", señala María Fernanda Espinosa, expresidenta de la Asamblea General de la ONU y activista de los derechos climáticos. "Existe una mayor precisión para ver lo que pasa con los desequilibrios de la atmósfera".

El ensayista y filósofo Jorge Riechmann, de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), coincide con la noción de desajuste entre la evidencia científica y la respuesta social. "No nos creemos lo que sabemos", sentencia el ecologista. "No actuamos como si de verdad tuviésemos presente todo ese conocimiento".

Fernanda Espinosa, activista climática: "Tenemos muy arraigadas nuestras formas de comportamiento"

Espinosa considera que es un problema tanto cultural como científico. "Si tienes esa evidencia frente a ti, sabes que deben cambiar los patrones de producción y de consumo. Sin embargo, no se cambian porque tenemos muy arraigadas nuestras formas de comportamiento y las maneras de consumir en el mundo de las necesidades que hemos creado", reflexiona Espinosa.

Por su parte, la poeta y periodista medioambiental Analía Iglesias destaca que "hay dimensiones de la crisis climática que comportan un nivel cultural y también intentos de respuesta científica". Los expertos defienden la restitución de los ecosistemas o mitigar los efectos del calentamiento global, pero "estamos absolutamente imbuidos en la sociedad de consumo y el capitalismo", lamenta Iglesias. "Nos resulta muy difícil pensar fuera de esa rueda de consumo", añade.

Unas humanidades ecológicas para salvar el mundo

En este contexto, la filosofía, la literatura y el arte también abordan la crisis climática. Los denominados saberes de letras aportan nuevas perspectivas y marcos de interpretación que nos permiten entender la realidad de un modo más humano. Su relación con la ciencia puede tener un gran interés para situar el lugar que ocupa el medio ambiente en nuestra sociedad.

La filosofía, la literatura y el arte cumplen un rol fundamental para entender la crisis climática

Estas perspectivas constituyen las llamadas 'humanidades ecológicas', un ámbito de estudio que agrupa líneas de investigación interdisciplinares. "Necesitamos puentes entre las humanidades, la filosofía, las ciencias sociales y las ciencias naturales para estar a la altura de la complejidad del mundo real", subraya Riechmann.

"Nos encontramos en una crisis ecosocial gravísima y la climática es solo una de sus dimensiones", advierte el profesor de la UAM. "Tenemos una visión del mundo muy disfuncional que nos hace encajar muy mal el resto de la vida en la Tierra", describe.

El filósofo defiende "transformaciones en la economía, la política, la cultura y el orden social". Riechmann remarca que "necesitamos un cambio cultural profundo, un cambio de cosmovisión. Y para ello, las aportaciones de las comunidades ecológicas pueden ser importantes".

Un arte comprometido frente al colapso climático

Las humanidades no solo se preocupan por la emergencia medioambiental desde la academia. "En los últimos años hemos visto artistas plásticos muy ocurrentes con instalaciones interactivas que tratan de concienciar a la población sobre los efectos de tener un aire irrespirable o contaminar las aguas", apunta Iglesias.

La periodista y poeta menciona a Elena Lavellés, "que experimenta con los ciclos del agua y las estaciones en los anillos de los árboles". Una de las obras más notables de esta artista visual es Ruina Mortium, donde explora el vínculo entre los estratos sociales y las capas geológicas en relación con la explotación de recursos naturales. 

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