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El juicio al pederasta de Ciudad Lineal, un ejemplo en la protección a los testigos víctimas del depredador

Ángel Antonio Ortiz será juzgado este martes por la agresión sexual a cuatro menores de entre 5 y 10 años en Madrid. Las niñas han sido consideradas testigo protegido por el juez instructor y el tribunal que juzga el caso ha decidido que no tengan que declarar en sala. 

El presunto pederasta de Ciudad Lineal (Madrid), en una imagen de archivo. Europa Press

PATRICIA LÓPEZ

@patricialopezl

MADRID.- Ángel Antonio Ortiz comenzó a actuar el 24 de septiembre de 2013, cuando engañó a una niña de 5 años en un parque diciéndole que conocía a su madre y que tenía que darle unas cosas para ella. Bajo engaño la llevó al interior de su vehículo y la llevó a una caseta de un descampado, donde abusó de la menor y la abandonó.

Ese fue sólo el inicio de su trayectoria criminal, que será juzgada este martes en la Audiencia Provincial de Madrid y donde se le piden condenas de prisión de entre 80 y 146 años de prisión por cuatro delitos de agresión sexual, cuatro de detención ilegal y uno de lesiones. Sus víctimas de entre cinco y 10 años, sin embargo, no tendrán que enfrentarse a él dentro de la sala del tribunal, pues desde la instrucción fueron consideradas testigos protegidos.  José Antonio Tuero, abogado de una de las acusaciones explica a Público "que servirá con la grabación de las exploraciones que en su día las hicieron los psicólogos y la policía. Enfrentar a unas niñas tan pequeñas a la persona que las destrozó las volvería a dañar profundamente". 

En este caso, se ha recurrido a todas las reformas legales de diferentes leyes procesales y de enjuiciamiento criminal y también al Estatuto de la Víctima, aprobado en 2015, para que las menores no tengan que pasar por ese trauma de nuevo. Estas consideraciones permiten que los testigos-víctimas puedan adelantar una testifical en el juzgado de instrucción mediante la grabación de su declaración y posterior reproducción en el plenario garantizándose la debida contradicción.

Aunque las familias y los letrados se han quejado de que durante la búsqueda del pederasta de Ciudad Lineal se dieron demasiadas pistas sobre las víctimas, "ahora los jueces creo que han tomado la decisión correcta, porque la defensa de Ángel Ortiz pide la libre absolución apelando a que las testigos estaban contaminadas por la difusión de la imagen del agresor antes de que ellas le identificaran en sede judicial y ponerlas en la tesitura de tener que declarar estando además él presente en la sala sería totalmente contraproducente. Afortunadamente, ellas están superando el trauma con mucha ayuda psicológica", explica Tuero. 

Violador en serie

La agresión arriba mencionada, sin embargo, no podrá ser juzgada al no haberse podido obtener pruebas como ADN o cámaras de vigilancia que acreditaran el delito, sin embargo ella forma parte de las cuatro víctimas que lograron identificarle antes de ser detenido en septiembre de 2014 en Santander, donde había huido tras estrecharse el cerco policial.

Las víctimas que se han podido acreditar son cuatro, cuando este violador en serie comenzó una carrera desenfrenada y fue perfeccionando su modus operandi. En abril de 2014 volvía a engatusar a una niña de 9 años que salía de una tienda de chucherías con dos amigas, llevándola hasta su vehículo con la promesa de comprarla ropa. Allí la drogó, la retuvo en la vivienda de su madre en la calle Santa Virgilia y abusó de ella. Después la obligó a ducharse, pensando que el agua se llevaría los indicios criminales descubiertos por la Policías Científica, que quedaron en cañerías y otros lugares de la casa y que le han llevado a prisión. Finalmente la abandonó en una parada de metro.

Pero a pesar del orfidal (benzodiazepinas) que la suministró y de la brutal agresión, la pequeña fue capaz de describir a los investigadores cómo era el físico de este aficionado al culturismo, incluso como era la casa donde la tuvo retenida y el paisaje que se veía desde la ventana. Fue gracias a ella que los agentes dieron con su guarida y donde encontraron los restos de ADN de esta pequeña y de otra de 7 años a quien también obligó a lavarse en la ducha y la abandonó en la calle, cerca de una farmacia. 

La recta final

A pesar de la alerta social y de los efectivos desplegados tras esta tercera agresión de 2014, y una vez que los investigadores tuvieron claro que se trataba de un depredador sexual que no pararía hasta ser atrapado, Ángel Ortiz pudo cometer todavía otro crimen. 

El 22 de agosto, el pederasta de Ciudad Lineal abordó a otra niña de 7 años en un momento en el que se separó de su hermano y de su tío con quienes jugaba en las inmediaciones de un parque. Con la excusa de dar una sorpresa a su abuelo, la introdujo en su coche y la condujo a un descampado para agredirla sexualmente antes de abandonarla.

Ortiz es sin duda un ejemplo de cómo los depredadores sexuales, aunque pasen años de contención, vuelven a reincidir. Su comportamiento siempre fue violento, tenía antecedentes por secuestro, extorsión y robos con violencia. Sin embargo, estos delitos ocultaban al verdadero agresor que guardaba dentro. En los 90 ya había raptado y agredido a una niña de 6 años, aunque el delito quedó grabado bajo el epígrafe allanamiento de morada y su nombre nunca quedó guardado en el registro de pederastas hasta 2014.

Como señala el criminólogo Vicente Garrido Genovés, "estos criminales tienden a evolucionar y durante los tiempos de prisión saben camuflarse, se apuntan a cursos y todo tipo de trabajos que les ayuden a rebajar la condena, aprenden incluso nuevas formas de ocultarse, pero al salir vuelven a dar rienda suelta a sus comportamientos y acciones delictivas". 

A Ángel Ortiz la Audiencia Provincial de Madrid le concedió en 2006 el tercer grado por "buena conducta" en contra del criterio de prisiones y del juez de Vigilancia Penitenciaria. Había cumplido las tres cuartas partes de la condena, 7 años, y en apenas otros siete volvía a dejar cinco víctimas de su barbarie.

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