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Reforma Sanitaria Después de la reforma sanitaria de Feijóo, todo sigue igual en los hospitales gallegos

Más de 2.000 personas se manifestaron en Vigo contra la ley que profundiza en los recortes y privatizaciones, advirtiendo de que no sirve para resolver el caos de la sanidad pública gallega.

Manifestación convocada el jueves en Vigo por la sanidad pública gallega. Salvador Sas / EFE

JUAN OLIVER

La reforma sanitaria que la Xunta acaba de aplicar a la salud pública gallega apenas ha cambiado en nada el panorama de caos y colapsos que viven muchos hospitales ni las esperas de los enfermos. Su entrada en vigor tampoco ha suavizado el rechazo de los colectivos de pacientes y profesionales que se oponen a ella y que llevan años denunciando la precariedad en la que han derivado los recortes en materia de personal y recursos.

Apenas dos días después de la publicación de la norma en el Diario Oficial de Galicia (DOG), la gerencia del área sanitaria de Vigo anunció que suspendía una más de cuarenta intervenciones quirúrgicas en el hospital Meixoeiro tras encontrar defectos de limpieza en los contendedores en los que se transporta el material esterilizado para cirugía.

Según los análisis realizados, se detectó en varios contenedores la presencia de óxido de aluminio procedente de la degradación del material del que están fabricados. El Sergas ha ordenado revisar y modificar los protocolos de limpieza de la central de esterilización del hospital, y se ha comprometido a renovar los envases, cuyo precio oscila entre los cien y los setecientos euros.

El área sanitaria de Vigo a la que pertenece el Meixoeiro es la más grande de Galicia y da servicio a una población de más de 550.000 personas. Los problemas derivados de la antigüedad y escasez de material no son nuevos para el Sergas ni exclusivos de ella.

A principios del mes pasado, la Asociación de Pacientes e Usuarios del área sanitaria de Santiago denunció que el servicio de Urgencias del hospital Clínico de la capital gallega se había quedado sin aparatos de rayos X, lo que obligó a derivar pacientes a otras plantas retrasando decenas de pruebas ya programadas.

Las largas horas de espera en los pasillos han supuesto la muerte de algunos  de los pacientes graves

Esos mismos días se supo que las Urgencias del centro se habían quedado también sin bombonas de oxígeno y sin camillas homologadas, lo que obligó a pedirlas prestadas a un punto de atención continuada y a la empresa privada que gestiona el servicio de ambulancias, a pesar de que las camillas de esos vehículos no ofrecían las características técnicas del servicio y de que muchos de ellos quedaron inutilizados al quedarse sin un elemento esencial para el transporte de enfermos y heridos.

La misma asociación lleva años alertando del grave deterioro de las Urgencias de Santiago, con colapsos constantes que provocan que decenas de pacientes graves se queden horas esperando en los pasillos en camillas y sillas de ruedas que los médicos y sanitarios deben sortear o saltar, literalmente, para poder atenderlos. 

Hechos parecidos se produjeron la semana pasada en Pontevedra, donde las urgencias del hospital Montecelo, con pacientes que tardaron horas en ser atendidos. La portavoz de Sanidad de En Marea Eva Solla calificó la situación de “insostenible” y recordó que el PP ha minimizado en el Parlamento de Galicia los problemas derivados de “la falta de personal y las deficiencias materiales que están sufriendo los hospitales gallegos”, e instó a la Xunta a descartar un discurso “que nada tiene que ver con lo que está viviendo la ciudadanía”.

Porque se han dado casos de enfermos muertos en los pasillos. A finales del pasado mes de marzo, la Fiscalía envió al juzgado una denuncia por la muerte de una anciana cuyo cadáver fue hallado en esa situación en febrero del año pasado por un celador en los pasillos de Urgencias del Clínico, sin que nadie advirtiera que precisaba ayuda.

A esos problemas se añaden también las constantes denuncias de pacientes de otros centros, también de los hospitales pequeños de las zonas rurales, por las esperas de meses y años en la realización de pruebas diagnósticos y tratamientos para curar sus enfermedades. En el hospital de Pontevedra, un jefe de Servicio llegó a dimitir acusando a la Xunta de falsear las listas de espera y de mantener a pacientes más de un año aguardando por intervenciones quirúrgicas que no debían demorarse más de unas semanas.

En ese mismo centro, otros médicos han denunciado que varios pacientes fueron engañados para ser operados en una clínica privada donde eran intervenidos por cirujanos generalistas que empleaban con ellos técnicas más cruentas e invasivas que las que usaban los especialistas de la sanidad pública.

Durante la tramitación parlamentaria de su reforma sanitaria, el Gobierno de Alberto Núñez Feijóo aseguró que los usuarios prácticamente no iban a notar ningún cambio, dado que la norma sólo incidía en modificaciones en el modelo de gestión, como la reducción de once a siete del número de áreas sanitarias de la comunidad, y que no verían alterada la calidad del servicio que reciben.

Sin embargo, para la oposición y los sindicatos y para organizaciones como Batas Blancas y SOS Sanidade Pública, el cambio legal profundizará en el proceso de recortes y privatizaciones del sistema sanitario gallego y contribuirá a deteriorar aún más la calidad asistencial.

El pasado jueves, más de 2.000 personas se manifestaron por las calles de Vigo contra la reforma sanitaria de Feijóo reclamado “condiciones dignas” para la sanidad pública.

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