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Crisis y desempleo extienden la ‘nueva familia’ de precarios con jubilados

Padres que superan los 65 años e hijos de más de 25 a los que la precariedad impide emanciparse conviven en más de 800.000 hogares españoles.

La precariedad laboral y económica de los jóvenes y la escasez de oportunidades para emanciparse está ampliando la brecha de edad entre generaciones. - PIXABAY

La crisis económica y las recetas neoliberales para salir de ella atendiendo únicamente a la macroeconomía, caso de la reforma laboral, han generado un escenario de precariedad entre cuyas consecuencias sociales se incluye la extensión de un nuevo tipo de familia en el que los jóvenes precarios comparten hogar con padres jubilados o cerca de estarlo.

Siete de cada diez jóvenes de 16 a 30 años siguen viviendo con sus padres, con una creciente tasa que ya supera el 54% en el caso de quienes tienen más de 25 y que lleva años aumentando en todas las franjas de edad.

Esa situación, cuya causa principal son los bajos salarios y la precariedad, que impiden a los jóvenes acceder a una vivienda propia, ya sea de compra o de alquiler, y que está provocando un desplome de la natalidad que alcanza el 25% en una década, hace que los hijos prolonguen su estancia en el núcleo familiar mucho más allá de lo que era habitual hace unas décadas.

Los datos de la Encuesta Continua de Hogares del INE (Instituto Nacional de Estadística) revelan cómo en 805.100 hogares españoles (más del 4%, uno de cada 22) padres, madres o parejas de más de 65 años conviven con hijos que han cumplido los 25, cifra a la que hay que sumarle otros 493.600 en los que los progenitores tienen entre 55 y 64.

Una familia de cada catorce

Suman 1.298.700, lo que supone que ese nuevo tipo de familia de precarios con padres mayores alcanza ya al 7,12% de los hogares, uno de cada catorce. Llegaron a ser 1.378.100 en 2016, tras dos años de ascenso, para registrar el año pasado una caída de 79.400, aunque nada indica que los ‘brotes verdes’, al menos hasta ahora, estén revirtiendo esta tendencia.

“Se ha producido un cambio familiar en el que los jubilados se sitúan como sostén de núcleos en los que los hijos no llegan a emanciparse”, explica el economista y politólogo Saúl Pérez, que recuerda que “los padres de quienes tienen de 30 a 40 años tienen normalmente entre 60 y 70”.

En la mayoría de los casos se trata de jóvenes que no llegaron a emanciparse, aunque la crisis y la extensión de la precariedad laboral hicieron que muchos de los que sí habían salido de sus hogares familiares se vieran obligados a regresar a ellos por no poderse mantener de manera independiente.

Crece la brecha de edad entre generaciones

Las consecuencias de la crisis y de las recetas aplicadas para salir de ella están teniendo otros efectos demográficos, entre los que destaca, además de la caída de la natalidad (el año pasado registró la peor cifra desde 1996 y de la fecundidad, la apertura de la brecha de edad entre generaciones: el momento en el que las mujeres tienen el primer hijo se ha retrasado más de año y medio en una década, de los 29 años y casi cinco meses de 2007 a los 30 años y once meses de 2017, tras haberse atrasado cuatro y medio en las tres décadas anteriores (24 y diez meses en 1978).

Estos fenómenos demográficos, que sitúan a España ante un inquietante horizonte a medio y largo plazo, tienen relación directa con otros relacionados con la economía, y, especialmente, con el mercado laboral.

Así, el empleo juvenil se ha reducido a la mitad en una década al pasar de los 4,9 millones de ocupados menores de 30 años de 2007 a los 2,5 del cierre del año pasado, mientras la migración se lleva en seis años a más de un millón de personas de entre 16 y 35 años, cuatro de cada cinco de origen extranjero.

Menos ’ninis’

Esa falta de oportunidades ha hecho que más de 800.000 menores de 25 años haya decidido refugiarse en los estudios a la espera de tiempos mejores. Lo hacen 320.000 más que hace una década, pese a que hay 1,5 millones menos de personas en esa edad, mientras otros 317.000 compaginan formación y trabajo con la esperanza de mejorar su futuro.

Sin embargo, no todos optan por regresar a las aulas o por prolongar su estancia en ellas. Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) cifran en 1,07 millones el volumen de ‘ninis’, jóvenes de 16 a 30 años que no estudian ni trabajan, del país, el menor número desde 2007, informa Europa Press.

Hay 600.000 menos que en 2012, aunque, vistas las tendencias del mercado laboral, ese dato hay que ponerlo también en relación con la reducción de 470.458 personas en esa misma franja de edad en ese periodo (de 6.248.717 a 5.778.169) y con el éxodo hacia otros países. 

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