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Los bastardos judíos, obligados a marcharse de Israel para casarse

Una de las consecuencias de la naturaleza confesional del estado de Israel es que algunas personas, los judíos ‘bastardos’, no pueden contraer matrimonio en el país. Lo habitual es que las personas que entran en esta categoría viajen al extranjero para casarse, pues de esta manera el matrimonio si será reconocido en el estado judío.

Pareja israelí bajo un altar judío durante su ceremonia de boda en el asentamiento de Neve Dekalim en la Franja de Gaza meridional. AFP PHOTO / DAVID FURST

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Si tu nombre aparece en una lista negra que está en poder del Gran Rabinato de Israel, casarse puede resultar una empresa imposible, puesto que en Israel ningún judío puede casarse sin el permiso explícito del Gran Rabinato. Cuando un israelí judío se quiere casar, tiene que presentar una petición al Gran Rabinato, y automáticamente se pone en marcha una investigación sobre los orígenes del solicitante.

El 20 por ciento de los aspirantes al matrimonio de ambos sexos son investigados a fondo por los rabinos. Esto significa que los rabinos no se contentan con el certificado de matrimonio de los padres de los novios, donde figura su condición de judíos, ni con un certificado ordinario del rabino de su comunidad. En estos casos se abre una investigación en toda regla para averiguar si el novio o la novia pretenden engañar al Gran Rabinato.

Generalmente los judíos que no pueden contraer matrimonio son ‘mamzerim’ (en singular ‘mamzer’). La Biblia dice: “Un mamzer no entrará en la congregación del Señor; incluso hasta la décima generación no entrará en la congregación del Señor”. Habitualmente, ‘mamzer’ se traduce por ‘bastardo’, aunque la equivalencia entre los dos conceptos no es exacta. La mayoría de los mamzerim son judíos que han nacido fuera de una relación reconocida por los rabinos.

El Gran rabinato de Israel comenzó a recopilar una lista de bastardos en 1954, seis años después del establecimiento del país. Muchos israelíes ignoran que su nombre figura en esa lista que nunca se ha hecho pública y que se sigue ampliando continuamente, pero cuando piden permiso para casarse, lo primero que hace el rabino es preguntar al rabinato si alguno de los nombres de cualquiera de los contrayentes figura en la lista.

Existe una pequeña trampa que consiste en casarse en el extranjero, puesto que en este caso el estado sí que reconocerá tu matrimonio

En caso afirmativo, el rabinato comunica a los novios que no pueden casarse. Como sea que en Israel solo está permitido casarse mediante el rabinato si la persona es judía, eso significa que los novios no pueden casarse. Sin embargo, existe una pequeña trampa que consiste en casarse en el extranjero, puesto que en este caso el estado sí que reconocerá tu matrimonio, aunque lo hayas hecho en una ceremonia civil y no religiosa.

Naturalmente, esto crea un comprensible malestar entre los bastardos y entre grupos de judíos progresistas que no son bastardos pero que se solidarizan con sus compatriotas que figuran en la lista negra. No obstante, no pueden hacer nada contra esa medida porque la inmensa mayoría de diputados de la Kneset presumen de vivir en un estado judío, y esta es una de sus consecuencias.

Para complicar las cosas, hace cuatro años el Gran Rabinato comenzó a investigar a los familiares de los bastardos, de manera que ahora si se descubre un mamzer, automáticamente el Gran Rabinato comienza a investigar a sus familiares porque probablemente también serán bastardos, aunque se hayan casado reglamentariamente. Esto puede provocar que se abra una cadena de nuevos bastardos que hasta ese momento vivían en la ignorancia.

Claudia Gross es una argentina judía que inmigró a Israel hace treinta años. Vive en Jerusalén, donde tuvo una relación con un israelí. Unos años después los dos acordaron casarse. Claudia Gross presentó al rabinato el certificado de matrimonio de sus padres, que fue hecho cuando estos se casaron mediante un rabino en Buenos Aires. El rabinato, sin embargo, decidió que eso no era suficiente y que era necesario investigar si el certificado era auténtico o había sido falsificado. Para eso era preciso enviar un rabino a Buenos Aires que comprobase la validez del documento.

Claudia Gross no quería que se investigasen sus asuntos familiar, y de acuerdo con su novio, decidió casarse en Chipre

Claudia Gross se enrocó. No estaba de acuerdo con la petición del rabinato y no entendía que el rabino dudase de su palabra y del certificado. El Gran Rabinato no cedió y Claudia Gross y su novio cambiaron de opinión. Claudia Gross simplemente no quería que se investigasen sus asuntos familiar, y de acuerdo con su novio, decidió casarse en Chipre, que está a media hora de vuelo de Tel Aviv.

“Los matrimonios de israelíes judíos son un gran negocio para Chipre. Hay muchas agencias especializadas en matrimonios civiles en Chipre, para bastardos o para no bastardos. No recuerdo cuánto nos costó pero no fue un precio muy elevado. Nuestro paquete incluía tres noches en Chipre, más el vuelo, más la ceremonia civil”, recuerda Claudia Gross.

“La cuestión central es que en Israel no existe una separación entre la Iglesia y el estado, como ocurre generalmente en Occidente. Y lo más curioso es que los rabinos no muestran ningún interés en que te cases por el rabinato. Los mismos rabinos te aconsejan que si no puedes casarte en Israel, te cases en Chipre o en cualquier otro país. Por otra parte, el estado sí que reconoce los matrimonios civiles en el extranjero, aunque el Gran Rabinato no los reconozca, incluso los matrimonios homosexuales, siempre que la boda se celebre fuera del país”, explica Claudia Gross.

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