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Migrantes en Barbate Retenidos en una fábrica de atún: las primeras horas de los migrantes que llegan a Barbate

Casi 80 personas, entre ellas varios bebés, pasan en una nave industrial cedida por un vecino del pueblo las primeras 72 horas tras cruzar en patera el Estrecho. La Guardia Civil custodia desde hace más de una semana a los que llegan a este pueblo debido a la falta de espacio en comisarías y polideportivos en las ciudades receptoras. "No es el mejor lugar, pero es lo que tenemos. Pedimos más recursos al Gobierno", dice el alcalde.

Varios migrantes descansando en una nave industrial del puerto de Barbate/Jairo Vargas

El joven Keme sólo hace preguntas. No ha sido capaz de hacerse entender desde que llegó a España el pasado martes a bordo de una patera con 53 personas. "Nadie habla inglés, no me han explicado qué va a pasar ahora, no sé dónde estoy, sólo que he llegado a España", dice este liberiano de 24 años mientras apura un bocadillo de queso. A su lado descansan otros jóvenes compañeros de travesía. Fueron localizados y rescatados por la lancha Salvamar Gadir de Salvamento Marítimo, que el martes llevó al puerto de Barbate a 77 personas de tres pateras diferentes.

Todos han acabado en una nave industrial del puerto de este pueblo pesquero que, según explican los agentes de la Guardia Civil que los custodian, pertenece a un empresario local. "Aquí normalmente se hace el ronqueo, el despiece y limpieza del atún, pero este hombre la ha cedido al Ayuntamiento para que se queden los inmigrantes y aquí pasan las primeras 72 horas que tienen que estar retenidos por una infracción de la Ley de Extranjería, ya que han accedido del forma irregular", afirma. "Es la primera que hacemos esto en Barbate", señala el agente.

Es una nave amplia con tres ventanas donde los 77 migrantes se recuestan siguiendo los muros de bloques de hormigón. Hace calor, pero al menos están a la sombra, pueden ducharse en un minúsculo baño y tienen una fina colchoneta de la que les salen los pies más de medio metro. "No hay otro sitio disponible", justifica el agente, aunque las condiciones son notablemente mejor que las que se podían ver hasta el miércoles en el puerto del Algeciras. Las comisarías están llenas y, apuntan fuentes policiales, no tiene sentido llevar a estas personas a un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE), ya que todos son de origen subsahariano y no hay muchas posibilidades de hacer efectiva la orden de devolución que se llevarán impresa en uno o dos días. "Eso hace el trabajo más fácil, hace pocos días llegaron a esta nave varios marroquíes que saben que serán devueltos en breve. Intentaron escaparse por la puerta de atrás", afirma otro agente.

Mientras tanto el joven Keme hace una video llamada a sus compañeros, que esperan seguir sus pasos al otro lado del Estrecho. Se ríe y se escuchan los gritos de alegría de los que están en la pantalla. Con suerte, en unas horas , Keme y demás irán a la comisaría de Policía de Algeciras, donde serán identificados, se tomarán su huellas dactilares y tarde o temprano quedarán en libertad. Quizás sean trasladados al macro centro que Cruz Roja ha habilitado en Chiclana, donde hay más de 600 personas, según explica la ONG. Allí reciben alimentos, orientación, atención sanitaria y ayuda para seguir su proyecto migratorio, que suele pasar por Barcelona, Bilbao o Madrid; aunque sobre todo quieren ir a Francia, detallan.

Hasta ese momento, en una esquina de la nave industrial de atunes, una mujer da de mamar a un bebé de pocos meses; al lado, otro bebé duerme tranquilo al abrigo de su madre. Tres niños pequeños corretean detrás de una pelota de tenis con un peluche en la mano. Otra niña sopla continuamente un diente de león que se ha colado por la puerta y se ríe a carcajadas totalmente ajena a la situación. Por todos lados hay zapatillas negras de las que la Cruz Roja entrega a los migrantes tras desembarcar, junto a ropa limpia, pero aún se percibe el olor a sudor, salitre y gasolina de la patera. Esa misma imagen debe de repetirse en los pabellones polideportivos de San Roque, El Saldillo y los Barrios, en Algeciras, donde centenares de migrantes pasan el mismo trámite que los de Barbate. Es lo que hay que suponer, porque la prensa no tiene acceso a ellos.

El viento fuerte de levante parece haber puesto freno a las llegadas continuas de pateras que han desbordado el sistema de recepción de ciudades como Tarifa o Algeciras. Aunque Daniel, el capitán de la lancha de Salvamento Marítimo, también deja caer que la presencia de patrulleras marroquíes es algo más intensa desde el martes. "No sé si es por petición de España o porque el rey de Marruecos anda en su barco por la zona estos días", dice mientras toma café en un bar cercano al puerto.

El alcalde pide recursos al Gobierno

"No es el sitio adecuado ni oportuno para tener a ninguna persona, es una nave industrial, no está preparada para que duerma gente ni las condiciones higiénicas son las mejores. Al menos podemos tener algo cerca del puerto", dice Miguel Molina, el alcalde de Barbate por el Partido Andalucista, a las puertas del improvisado espacio. Molina capea el temporal como puede, pero lanza un mensaje claro al Gobierno: "Necesitamos recursos para hacer frente a esta situación, porque somos un municipio pequeño que está asumiendo un rol que no le corresponde, es un asunto del Gobierno central". Afirma que Barbate no tiene los medios para la acogida de personas, "damos lo que podemos, a nivel institucional y a nivel de los vecinos, que se vuelcan, pero somos un municipio pobre. Tenemos 90.000 euros de presupuesto de servicios sociales y hemos gastado 20.000 euros en atender a todas estas personas", señala.

El bocadillo del joven Keme lo ha pagado el Ayuntamiento, que también se encarga de que una limpiadora pase varias veces al día a barrer la nave del atún, también ha tenido que pagar horas extra a la Policía Municipal cuando han necesitado que vigilen la estancia, autobuses para trasladar a los migrantes y otros "gastos necesarios que pagamos encantados para ayudar, pero necesitamos recursos", exclama. Hoy sólo son 77, pero el pasado fin de semana, Barbate tuvo que alojar, alimentar, abrigar y trasladar a casi 600 personas, explica.

Asegura que esta situación ya se la explicaron por escrito al Gobierno de Rajoy, "sabíamos que estaban aumentando las llegadas y les entregamos un informe que hicimos con ayuda de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía", recuerda. El documento debe de dormir en algún cajón de algún ministerio mientras cientos de migrantes duermen en el suelo. Pero Molina no es de los azuza el alarmismo mientras van a dar la mano a los migrantes en el puerto. "Esto no es Lampedusa, que nadie engañe a la gente", puntualiza.

El cambio de Ejecutivo parece haber despertado canales de comunicación con la nueva Delegación del Gobierno, señala. "Tenemos llamadas y reuniones largas, hemos dicho todo lo que tenemos que hablar, reconocen que estas no son formas, pero las lanchas de Salvamento llegan aquí y hay que hacer lo que se pueda porque no hay más sitios", resume. Pero no va sólo de dinero la cosa, "necesitamos un protocolo de actuación claro ante las llegadas, con responsabilidades definidas para que se respeten los derechos humanos de estas personas", puntualiza. "Aquí hace falta mucha solidaridad, también de otras Comunidades Autónomas. Nosotros somos solidarios y queremos que el Gobierno sea solidario con nosotros. Mientras tanto, si el hueco no lo cubre el Gobierno lo tendremos que hacer nosotros hasta donde podamos", zanja el alcalde.

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