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La Tesis de Pedro Sánchez Tesis doctorales: vacíos legales para regular la creatividad

La ley habilita a cada universidad para regular sus trabajos de doctorado. La legislación se reduce a declaraciones generalistas que no entran en cuánto contenido de otros autores pueden incluir ni cómo debe integrarse

Portada de la tesis doctoral del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que se encuentra en la Universidad Camilo José Cela, donde se puede consultar. EFE/Borja Méndez

“La labor investigadora consiste en avanzar sobre lo que ya se ha escrito”, explica María Ángeles Baeza, profesora de Finanzas de la Universidad de Granada. “El relato de una tesis se va elaborando a partir de lo que ya hay, y para construirlo el doctorando se tiene que embeber de todo lo que ya se ha escrito e irse formando”, anota Ruth Vallejo, decana de la Escuela de Trabajo Social de Zaragoza.

Ambas, que han dirigido la elaboración de tesis doctorales, coinciden, en plena polémica sobre la presunta existencia de plagio en la que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, elaboró sobre “Innovaciones de la diplomacia económica española: análisis del sector público 2000-2012” en la Universidad Camilo José Cela (este jueves anunció que va a hacerla pública), en que no hay un patrón uniforme sobre cómo deben elaborarse. Cada centro ha ido estableciendo sus propias reglas tras la aplicación de Plan Bolonia.

Hay una norma estatal, el Real Decreto 99/2011, por el que se regulan las enseñanzas oficiales de doctorado, que limita a tres años el plazo para elaborar la tesis y que deja en manos de cada universidad la definición de “su estrategia en materia de investigación y de formación doctoral” mediante escuelas específicas a las que anualmente deben remitir sus informes sobre la evolución del trabajo el director y tutor del doctorando.

El decreto, de contenido generalista y sin referencias explícitas a cómo deben utilizarse las aportaciones previas de los expertos, define la tesis doctoral como “un trabajo original de investigación elaborado por el candidato en cualquier campo del conocimiento” que “debe capacitar al doctorando para el trabajo autónomo en el ámbito de la I+D+i”, y se refiere al doctorado como “el tercer ciclo de estudios universitarios oficiales, conducente a la adquisición de las competencias y habilidades relacionadas con la investigación científica de calidad”.

Normas propias de cada universidad

A partir de ahí, cada centro ha ido elaborando sus propias normas, en las que las directrices sobre los contenidos son escasas más allá de referirse a la “originalidad” que debe tener cada tesis doctoral y a habilitar un periodo de entre quince días y un mes el que el trabajo puede ser revisado por el resto de doctores.

No obstante, algunas como la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) o la de Granada aplican tamices previos a la defensa ante un tribunal como que el autor haya publicado un artículo sobre el tema en una revista de prestigio, mientras otras como la Autónoma de Barcelona y Valencia admiten como tesis los “compendios de publicaciones” de una misma persona siempre que cumplan una serie de requisitos académicos.

La Camilo José Cela, por su parte, obliga al doctorando a firmar un “compromiso documental” que “incluirá un procedimiento de resolución de conflictos y contemplará los aspectos relativos a los derechos de propiedad intelectual o industrial que puedan generarse”.

Las normas de este último centro revelan, por otra parte, que el ejemplar de la tesis de Sánchez que estos días se ha convertido en la pieza más solicitada de su biblioteca no es el único disponible, sino que hay, al menos, cuatro más: uno en el archivo de la universidad, otro en su Secretaría General, un tercero en el Ministerio de Educación y otro “en las dependencias” de la Escuela Internacional de Doctorado.

“El seguimiento y la dirección no están protocolizados”

Tampoco hay un patrón que regule la elaboración y la supervisión de las tesis doctorales más allá de establecer la aprobación, o el rechazo, de la propuesta del doctorando en los primeros meses (normalmente hasta tres), el programa de formación como investigador, la exigencia de un máster en la materia y los informes anuales de seguimiento que el tutor y del director remiten a la escuela de doctorado, a los que se suman las memorias que debe elaborar el autor.

“El seguimiento y la dirección no están protocolizados, eso depende de cada tutor y de cada alumno. Hay una casuística muy amplia. No se puede hacer el mismo seguimiento a un alumno que trabaja que a otro que está en la universidad”, explica Vallejo. “Se trata de ir orientando al doctorando, de supervisar la estructura de su trabajo y la adecuación de la metodología que está aplicando, de comprobar los análisis de datos, pero cada caso es distinto”, señala Baeza.

De hecho, la elaboración de una tesis varía según la materia de que se trate. Así, resulta difícil establecer una metodología común para, por ejemplo, campos como la ingeniería, que suele trabajar sobre proyectos; la medicina, cuya base suelen ser las investigaciones con pacientes a partir de un marco teórico previo, o el derecho, donde las referencias a autores son constantes.

“En todos los casos se parte de la literatura previa, y hay que citar a todos los autores que han escrito sobre el tema”, explica Vallejo, con referencias bibliográficas (libro, editorial, edición y fecha) que permitan chequear ese contenido.

¿Es posible detectar si una tesis incluye algún plagio?

Localizar plagios en un texto resulta complicado pese al creciente uso en universidades y centros de enseñanza de herramientas informáticas como Turnitin, que los rastrean en busca de contenido no original y que señalan su procedencia cuando son detectados.

“Lo lógico es que al principio de la tesis se incluya un análisis de lo que ya se ha escrito sobre el tema, lo que se denomina ‘el estado del arte’. El hilo conductor comienza por analizarlo para, a partir de ahí, aportar algo nuevo con la metodología y los datos del trabajo propio” en las conclusiones, anota Baeza.

Hay plagio cuando te apropias del contenido de otro autor, pero no cuando lo citas; eso es otra cosa”, indica Vallejo, que considera “relativo” que una tesis doctoral se pueda valorar por el porcentaje de aportaciones de otros autores que pueda incluir.

“El relato se va construyendo a partir de lo que ya hay. Las tesis más difíciles de sacar adelante son las que tienen mucha literatura previa, porque resulta complejo dar con planteamientos y desarrollos novedosos –añade-. También lo son las que parten de cero, pero estas últimas son muy poco habituales”.

La directora de la tesis: “No hubo trato de favor”

Por su parte, la directora de la tesis doctoral de Pedro Sánchez, la profesora María Isabel Cepeda, aseguró este jueves en Gestiona Radio que Sánchez "no recibió ningún trato de favor" y "le dedicó tiempo" a la investigación al tiempo que negó que la elaborara “a distancia”. “Teníamos reuniones para corregir los capítulos y él venía con las correcciones hechas”, afirmó.

La profesora explicó que el actual presidente del Gobierno pudo elaborar su tesis en dos años porque “no partía de cero”, ya que “había trabajado sobre esos temas” con anterioridad. “No era una investigación nueva para él y le dedicó tiempo", añadió.

Cepeda, por otro lado, negó que entre los miembros del tribunal que valoraron la tesis hubiera amigos suyos y añadió que Sánchez declinó la posibilidad de incluir a alguien afín a él, algo que, según dijo, se propone a todos los autores.

“Se cumplieron exhaustivamente todos los requisitos exigidos por la ley”, anotó.

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