El patrimonio cooperativo de Barcelona: una manera de recuperar el tejido vecinal
En los últimos años, el movimiento vecinal de Barcelona ha apostado por la recuperación de espacios como fábricas o antiguas cooperativas. Sants, la Barceloneta, el Poblenou o Gracia luchan para recuperar la identidad colectiva con el objetivo de construir vínculos entre la vecindad
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Sociedad
En Catalunya, a mediados del siglo XIX, el cooperativismo obrero asentó las bases de sociedades de resistencia para responder a la explotación del capitalismo industrial. Mediante la cooperación y la solidaridad, las cooperativas "se convirtieron en instituciones sociales de primer orden, organizaron el consumo, la producción y el crédito de miles de familias trabajadoras, e implementaron políticas sociales autogestionadas siguiendo los principios de la democracia económica", según se explica en el libro Las Cooperativas obreras de Sants, de Ivan Miró i Marc Dalmau.
Barcelona fue uno de los lugares donde estas cooperativas se hicieron más populares y acabaron siendo el eje del tejido vecinal de diferentes barrios, apostando no solo por un modelo económico concreto, el cooperativo, sino por el fomento de la cultura de barrio y la vida social. Vieron su apogeo durante la Segunda República, pero con la llegada del franquismo el ecosistema cooperativo y cultural alrededor de estos espacios desapareció. Los barrios que vivieron más de cerca el auge cooperativo fueron la Barceloneta, Gracia, el Poblenou o Sants, zonas con un alto índice de proletariado.
En los últimos años, y gracias a la insistencia de los vecinos y vecinas de los diferentes barrios, estas viejas cooperativas recuperan su identidad y se perfilan como centros vertebradores de la vida de los barrios.
La Cooperativa del Siglo XX, memoria viva de la Barceloneta y solidaridad marinera
Hace unos días el Ayuntamiento de Barcelona publicaba el concurso para seleccionar el equipo de arquitectos que dará forma a la rehabilitación del edificio de la antigua Cooperativa del Siglo XX, en barrio de la Barceloneta, en distrito de Ciutat Vella, fundada el 1901 por 100 asociados cooperativistas.
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El edificio acogerá un modelo de equipamiento ajustado a las necesidades del barrio y a las demandas del proceso que ha hecho el vecindario durante 11 años. Está previsto que la antigua cooperativa sea la sede de un equipamiento cultural para jóvenes y que en la rehabilitación se respete el patrimonio arquitectónico y cultural del espacio. Las obras de rehabilitación se iniciarán en 202.
En un primer momento, la Cooperativa del Siglo XX se organizó alrededor de una tienda de víveres que se dedicaba a la gestión popular del consumo. Poco a poco la actividad fue aumentando e incluso se ayudaba a las familias de los marineros muertos en naufragios. Durante los años 20 llegó a tener más de 300 socios e incluso tenía su propia moneda.
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En 1939, durante Guerra Civil, el edificio fue destruido por un bombardeo por parte de las tropas franquistas y durante la dictadura la entidad recuperó algunas actividades sociales y culturales, pero a partir de los años 80 la actividad cooperativa se fue perdiendo.
La recuperación del edificio se produce después de una larga reivindicación vecinal que se inició el 2006. El 2014, el Ayuntamiento de Barcelona inició los trámites para expropiar el edificio y finalmente el 2017 el espacio convirtió de titularidad municipal.
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La Lleialtat Santsenca, del barrio y para el barrio
La Lleialtat Santsenca, fundada en 1891, fue una de las primeras cooperativas de Barcelona, pero con la llegada del franquismo, el edificio fue expropiado y el 1950 la Lleialtat desapareció de manera definitiva como cooperativa para convertirse en una sala de fiestas, el Bahía.
Entre 2008 y 2009 varios colectivos del barrio empezaron a reclamar la recuperación del edificio como uno de los emblemas del barrio e impulsaron un proceso de reapertura del espacio. En 2011, el nuevo edificio reformado se abrió a disposición de los vecinos. Desde entonces se celebran actividades y se llevan a cabo diferentes proyectos.
Actualmente la Lleialtat Santsenca está regulada por un convenio de gestión cívica, el mismo convenio que tienen el Ateneu Nou Barris o el Ateneu L’Harmonía. En el caso de la Lleialtat, se cuenta con espacios de participación, una asamblea y comisiones temáticas en las cuales participa la gente del barrio y las numerosas entidades del distrito de Sants-Montjuic. Además, las subvenciones permiten que haya un equipo técnico de personas que se encargan del funcionamiento del día a día.
Agus Giralt trabaja a la Lleialtat y destaca los tres ejes que articulan el espacio de la antigua cooperativa: cultura, vecindad y consumo responsable, es decir la recuperación de la idea del cooperativismo. En el ámbito cultural destaca el trabajo que se ha hecho durante estos últimos años por la recuperación de la identidad del edificio. "Durante cuarenta años la Lleialtat fue la sala de baile Bahía y en barrio todo el mundo la conocía con este nombre. Hemos trabajado para recuperar el nombre, que al fin y al cabo no es más que recuperar la memoria de lo que fue este espacio antes de convertirse en una sala de ocio".
Tal como apunta Giralt, desde la Lleialtat Santsenca se trabaja para que el espacio sea un punto de encuentro en barrio que ayude a tejer las redes vecinales de acción comunitaria. "En Sants también están Can Batlló y las Cotxeres. Nuestra voluntad es trabajar con todos los proyectos similares al nuestro y llegar a todo el mundo, convertirnos un punto de unión para la gente que habita el barrio; es por este motivo que todos nuestros proyectos y la programación están pensados en colectivo".
El barrio de Sants fue un puntal de la economía cooperativa. Otras cooperativas como la Nova Obrera, L’Empar del Obreo o la Modelo del Segle XX fueron muy populares y vertebraron el tejido de barrio de la época.
Recuperar el patrimonio y la memoria de barrio
"Es fundamental la apropiación de los barrios por parte de las clases populares"
La rehabilitación y recuperación de estas antiguas cooperativas pretende traer de vuelta, por un lado, el patrimonio histórico de la ciudad y por el otro, la memoria de los diferentes barrios. Ivan Miró, especialista en economía cooperativa, social y solidaria considera que recuperar estos espacios es un ejercicio de memoria política. "La historia de los movimientos populares no ha estado al orden del día ni política ni académicamente (...) La democracia de mercado nunca puso de relieve la recuperación de esta memoria cooperativa y solidaria, pero a raíz de la crisis económica y la precariedad, la situación ha cambiado y han proliferado las iniciativas cooperativistas y solidarias fruto de la necesidad. Esto ha provocado la reivindicación de estos espacios". La rehabilitación de estos edificios no solo es una manera de recuperar instalaciones públicas gestionadas por y para el barrio, sino que a menudo se convierten en una pieza de articulación cultural, económica y política importante en el día a día de los vecinos y vecinas.
Ivan Miró fue una de las personas que estuvo detrás de la recuperación de la Lleialtat Santsenca, junto con los vecinos y vecinas del barrio y la cooperativa de arquitectura LaCol; piensa que en una ciudad como Barcelona "es fundamental la apropiación de los barrios por parte de las clases populares".
La Beckett, el Teatre LLiure o Teatreneu también fueron antiguas cooperativas
Otra cooperativa que ahora ha recuperado la popularidad gracias a su rehabilitación ha estado Pau i Justícia, que ahora acoge la Sala Beckett Obrador Internacional de Dramaturgia dedicada a la creación teatral. Pau i Justícia, fundada en 1895 en uno de los barrios emblema del movimiento proletario, el Poblenou (donde hasta 1939 hubo una veintena de cooperativas), fue una de las cooperativas de referencia de la ciudad condal, con más de 1.200 socios y una actividad que se alargó hasta la década de los años ochenta. La cooperativa llegó a tener una biblioteca, una coral, un teatro, una escuela e incluso un centro excursionista. Marc Dalmau, autor del libro Un barrio hecho a golpes de cooperación: el cooperativismo obrero en el Poblenou explica en el libro como la cooperativa fue iniciativa de dieciocho trabajadores y como entre todas las familias levantaron el edificio trabajando de manera voluntaria los festivos y los domingos.
La Sala Beckett es una de las Fábricas de Creación del Ayuntamiento de Barcelona y cuenta con el apoyo del Departamento de Cultura de la Generalitat, pero está constituida como Fundación. El patronato está formado por 12 dramaturgos: Josep Maria Benet i Jornet y José Sanchis Sinisterra son los patrones de honor.
El Teatreneu, en el barrio de Gràcia también fue una antigua cooperativa, la Cooperativa de Teixidors a Mà. Fue fundada en 1876 y tuvo actividad hasta 2004, momento en cual fue reconvertida en teatro. En el barrio de Gràcia también se encuentra otra Lleialtat, ahora también reconvertida en un teatro, el Teatre Lliure, que se fundó como cooperativa con una vocación pública pero que es de gestión privada. Después de 13 años programando a la manera convencional, el Teatre Lliure decidió llevar a cabo un cambio radical en la fisonomía del espacio y pasó de tener una sala a tener tres. También hizo un cambio en la gestión y empezó a programar de manera innovadora: ahora es el público quien determina la duración de los montajes y quien gestiona los contenidos. La multiprogramación hace que este teatro pueda ofrecer más de 30 espectáculos diferentes a la semana.
La recuperación de la memoria cooperativa de Barcelona, así como la recuperación de su memoria y patrimonio fabril responde a una nueva demanda de los vecinos y vecinas de la ciudad condal: traer de vuelta los emblemas de los barrios para articular la vida vecinal y hacer frente al turismo y la gentrificación.
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