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Ecofeminismo Biela y tierra: cuando el ecofeminismo se pone a pedalear

Dos activistas zaragozanas recorrerán 3.000 kilómetros en bicicleta para visibilizar 80 proyectos de ecología agroalimentaria y de participación en el mundo rural, buena parte de ellos impulsados por mujeres

Ana Santidrián y Edurne Caballero, con las bicicletas con las que saldrán de Zaragoza para recorrer 3.000 kilómetros.

eduardo bayona

“Lo que queremos visibilizar es que en el mundo rural hay vida, queremos demostrar que no es una cosa de jipis, sino que hay gente que vive de sus proyectos y se gana la vida de una manera sostenible”, explica Edurne Caballero, que ha puesto en marcha junto con Ana Santidrián el proyecto Biela y Tierra, con el que este verano recorrerán 3.000 kilómetros en bicicleta para conocer y difundir 80 proyectos agroalimentarios, de cultura, de cuidados y de participación en Zaragoza (desde donde saldrán), Navarra, La Rioja, Burgos, Palencia, León, Asturias, Cantabria, Euskadi, Navarra, Huesca y Teruel.

“Hemos elegido zonas que sufren la despoblación con dureza, en las que la gente lucha contra una invisibilización que no se da en la ciudad y que afecta de manera especial a la mujer”, anota Santidríán.

Ambas son activistas ecofeministas y participan en colectivos como Las Bielas Salvajes, un grupo ciclista femenino de Zaragoza que entre otras actividades organiza rutas seguras en la ciudad. Y las dos están relacionadas con el mundo rural: Edurne trabaja en la ONG Cerai (Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional), que impulsa iniciativas de soberanía alimentaria, y Ana está terminando su doctorado en Ciencias del Medio Ambiente.

¿Y qué es eso del ecofeminismo? "Aúna los valores de la ecología y el feminismo", explica Santidrián. "Se trata de poner la vida de las personas en el centro, frente a una economía competitiva y de explotación de los recursos", añade. "Integra la ecodependencia, la horizontalidad y los cuidados", apunta Caballero, que señala que "en muchos casos el desarrollo agroecológico deja fuera el discurso sobre la reproducción. Hay que poner conciencia, despertar y, a partir de ahí, actuar".

Universidad rural, comercio local y crema de avellanas

Su ruta incluye varias paradas para conocer y difundir un buen puñado de iniciativas impulsadas por mujeres, como el colectivo feminista rural de Bricia (Burgos); la experiencia de Jauntzaras (Navarra), donde cinco mujeres regentan una hospedería en la que fomentan la producción local y un ‘escape room’; el proyecto de comercio local y huertos escolares de El Colletero en Nalda, (La Rioja), o la cooperativa Kikiricoop de Asturcilla (Asturias), famosa por su crema de avellanas, que es “la nocilla de toda la vida, pero fabricada con ingredientes ecológicos y de comercio justo”, anota Santridrián, que añade que “vamos a recoger y a plasmar esos proyectos liderados por mujeres”.

“A menudo las iniciativas del mundo rural son familiares, y en ellas la mujer tiene un peso importante, aunque queda invisibilizada con frecuencia”, comenta Caballero. También atenderán a otros ámbitos como la cultura, en el que destaca la Universidad Rural de Tavanera del Cerrato, en Palencia, o una red de caseríos vascos que complementa su actividad con actividades agroalimentarias y formativas.

“Se trata de ir, verlos, conocerlos y contarlo. Son proyectos muy diversos y con una trayectoria asentada que deja clara su viabilidad”, resume Santidrián.

Mujer y desarrollo sostenible

Para lograrlo y poner en marcha esas "nuevas narrativas para la soberanía alimentaria", entre cuyos objetivos incluyen el de "mostrar las dificultades a las que se enfrentan las mujeres en el mundo rural y acercar esta realidad a los colectivos feministas urbanos", prevén difundirlos en redes y medios, desarrollar una bitácora en su web y darles cobertura en medios de comunicación.

Paralelamente, realizarán talleres, charlas y mesas redondas en las escalas. En esa tarea cuentan con el apoyo de Sole López y Cristina Vázquez, de LaDársena Comunicación, un gabinete zaragozano especializado en temas sociales.
"Es una manera de tomar conciencia de que el mundo rural está ahí, y de que hay mucha gente trabajando y ofreciendo alternativas al colapso al que se encamina el planeta", señala Caballero.

Otra ‘pata’ de Biela y Tierra, junto con el ecofeminismo, se encuentra en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la guía de 17 "objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad" que lanzó la ONU para tratar de revertir la tendencia al colapso ecológico que ha emprendido la humanidad.

"Los ODS ya están en el mundo rural. Allí hay conciencia de cuál es la situación, aunque hay que seguir dándolos a conocer, hacerlos llegar a la población", anota Caballero. Con ese fin, han preparado actividades como "Los ODS en tu plato", un taller dirigido a los niños para explicar de dónde proceden los alimentos. "Aún hay gente que cree que la leche viene del tetrabrick…", ironiza Santidrián.

Unos pedales emancipadores

La elección de la bicicleta para cubrir la ruta también tiene que ver con el ecofeminismo. "Es una apuesta por la movilidad sostenible y una manera de viajar que te permite relacionarte con el medio y con las personas, y que además te hace ser consciente del esfuerzo que supone llegar a los sitios", señala Caballero.
"La bicicleta ha hecho más por la emancipación de la mujer que cualquier otra cosa en el mundo", indica Santidrían citando a Susan B. Anthony. Hace casi un siglo y medio, cuando estaba mal visto, e incluso prohibido en algunos países, que la mujer condujera carruajes o automóviles, las dos ruedas le dieron una autonomía en el transporte y la movilidad a la que hasta entonces no habían tenido acceso en las ciudades, además de ayudar a aligerar las aparatosas imposiciones de la moda victoriana.

Edurne y Ana comenzaron a preparar su viaje en octubre, en principio sobre la base de acercarse a 30 iniciativas en tres meses. Sin embargo, la respuesta que tuvo su primer vídeo, con más de 4.000 visualizaciones en una semana en Youtube tras su lanzamiento en enero, y el retorno que generó, les llevó a ampliarlo a cuatro meses y ochenta proyectos. "Eso demostró que hay un caldo de cultivo, que se ha despertado una inquietud y se quiere conocer lo que hay en el mundo rural".

Para financiar el viaje han lanzado una campaña de crowfounding en Goteo.org (y otro vídeo en la que en menos de una semana han cubierto el 40% del mínimo. "Nos costó dar el paso. Buscábamos financiación en instituciones, pero la respuesta del vídeo nos animó", explican. Entre las recompensas, con láminas de una ilustradora vasca y bolsas de algodón orgánico de la Fundación Isabel Martín, se incluye el envío de postales en las escalas del itinerario.

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