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Desigualdad económica Un estudio certifica que los suburbios se desentienden de los procesos electorales

Las principales ciudades de Andalucía, Extremadura y la Comunidad Valenciana presentan los mayores índices de desigualdad política. Ni Podemos ni Vox han logrado romper el fortín abstencionista de las zonas de exclusión social.

Dos vecinas de la Cañada Real Galiana pasan por delante de un inmueble ilegal  derribado. / EFE


A.MORENO

Los barrios más pobres se han desconectado de los procesos electorales en un porcentaje muy superior al de las zonas más acomodadas, según un informe elaborado por los sociólogos Manuel Trujillo y Braulio Gómez para la Fundación Foessa, que será presentado el mes próximo. El estudio, titulado La segregación electoral interurbana en España, certifica que la abstención extrema se concentra en los suburbios, donde hay secciones electorales con un porcentaje de voto no superior al 25%.

El documento, de 22 páginas, cruza datos de renta media por unidad de consumo con el resultado electoral de las generales de 2011, 2015 y 2016 en las capitales de provincia. Las conclusiones resultan muy preocupantes. Pinta un panorama sombrío, con una evidente fractura en términos de participación política por la existencia de "guetos desconectados e invisibilizados" de la vida urbana.

En las zonas donde se produce una mayor exclusión social, hasta un 22% de la población admite no votar nunca en una contienda electoral. Por contra, en las áreas más prósperas y normalizadas, nadie reconoce no votar nunca. En las zonas más ricas, el 74% vota siempre, mientras que en las más pobres solo se acerca las urnas la mitad de los inscritos.

Solo un 6% de los universitarios confiesan no votar nunca frente a un 14% de las personas con estudios primarios

El factor educativo es determinante. Las personas con mayor nivel de estudios participan siempre en una diferencia de hasta 20 puntos más que las que tienen una formación de primaria o incluso inferior. Solo un 6% de los universitarios confiesan no votar nunca, mientras que quienes ostentan estudios de primaria no pasan por la urna jamás en un 14%.

Las principales ciudades de Andalucía, Extremadura y la Comunidad Valenciana presentan los índices más elevados de desigualdad electoral. Todas sus capitales registran un rango por encima de la media española. Las urbes del norte, en cambio, ofrecen un panorama más homogéneo de participación política. Galicia, en este aspecto, presenta rasgos singularmente equilibrados.

El estudio ha detectado también que la quiebra del bipartidismo y la irrupción de nuevos partidos políticos no ha logrado romper el fortín abstencionista de los suburbios. Señala particularmente el fracaso del movimiento 15-M en su intento de estimular la dinámica electoral en zonas de exclusión social, a pesar del discurso anti élites que los identifica. Tampoco Vox ha podido alterar la inercia abstencionista en esos barrios.

"Nuestro propósito ha sido subrayar que la sociedad no solo tiene un problema de desigualdad económica y social, sino también política", declara Braulio Gómez, sociólogo y doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Deusto, en el País Vasco. "Hemos mapeado la brecha de desigualdad política", remarca. Gómez y Manuel Trujillo, sociólogo del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA), con sede en Córdoba, llevan nueve años trabajando conjuntamente en esta línea de investigación.

"Nuestro propósito ha sido subrayar que la sociedad no solo tiene un problema de desigualdad económica y social, sino también política"

El documento se centra en cuatro ciudades de manera específica: Madrid, Barcelona, Córdoba y Vigo. La capital de España es la población más desigual entre barrios pobres y ricos. El índice de abstención bascula entre un 47% de San Cristóbal y un 17% de los barrios con rentas superiores a los 30.000 euros. En las zonas con ingresos inferiores a 15.000 euros, como Usera, Puente de Vallecas, San Blas o Villaverde, se concentra la apatía electoral. El diferencial participativo entre distritos ricos y pobres se ha acentuado en solo cinco años. De 15 puntos registrados en las elecciones generales de 2011 a 19 de los comicios de 2016.

Barcelona presenta rasgos peculiares, previsiblemente a causa del Procés, según interpretan los autores del informe. Para empezar, porque los barrios con rentas elevadas no votan en las generales tanto como en Madrid u otras capitales. En Barcelona, la correlación entre renta y participación política disminuye en la serie electoral, hasta el punto de que en 2015 son los barrios con menos recursos donde se registra una bajada de la abstención mayor (5 puntos) que en las áreas más prósperas (1 punto). “En este caso, la evolución de la desigualdad política no se produce tanto como en Madrid”, indica Trujillo.

Córdoba, por su parte, ofrece una "relación lineal perfecta" entre la renta y la participación electoral. En los barrios con poder adquisitivo por debajo de los 10.000 euros, como el Polígono del Guadalquivir o Las Palmeras, la abstención se sitúa en el 45%. Las zonas acomodadas, como El Brillante o Ronda de los Tejares, con una renta por encima de los 25.000 euros, la abstención apenas alcanza el 20%. El caso de Vigo es especial. El diferencial entre barrios no supera los 7 puntos, seguramente porque Vigo y otras ciudades gallegas son más homogéneas desde el punto de vista socioeconómico.

Los datos disponibles de las elecciones de 2019 sugieren que el rango de desigualdad política se mantiene, según señala Braulio Gómez, corresponsable también del Deustobarómetro. "Es un problema estructural", sostiene. El sociólogo propone la necesidad de buscar soluciones en la línea de atacar las desigualdades económicas y "activar medidas inclusivas para los ciudadanos que más necesitan la ayuda del Estado".

También plantea que una eventual reforma de la ley electoral contemple modificaciones que tengan en cuenta la desigualdad política. "Hasta ahora, todas las reformas barajadas se han centrado en mejorar la gobernabilidad y la proporcionalidad", argumenta. Y, de la misma manera en que se establecieron listas cremalleras para integrar a la mujer, indica Braulio Gómez, sería conveniente habilitar fórmulas que estimulen la inclusión de los barrios más pobres en los procesos electorales.

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