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Un joven batalla desde hace tres años para que desaparezcan los crucifijos de las aulas de su instituto

Héctor, con tan solo quince años de edad, redacta una carta “cada semana al equipo directivo” para eliminar los símbolos religiosos de su centro público. La organización Andalucía Laica apoya la petición de este estudiante de Dos Torres (Córdoba).

Imagen del video ‘Así veo mis derechos’ del joven Héctor Sánchez, que su instituto no ha permitido enviar a un certamen convocado por el Defensor del Pueblo Andaluz.

MARÍA SERRANO

Héctor Sánchez llegó con doce años al único instituto de educación secundaria pública que se encuentra en el municipio de Dos Torres (Córdoba), un pueblo de menos de 2.500 habitantes. Desde el primer día comenzó a observar la enorme religiosidad que se respiraba en él. Y no dudó en transmitirlo a sus padres. “¿Papá si en mi casa somos agnósticos porque tengo que ver cada día crucifijos en clase, en los pasillos, en el salón de usos múltiples, crucifijos de cristo?” recuerda a Público.

Han pasado más de tres años desde que comenzara su batalla personal librada con profesores, equipo directivo y el mismo Consejo Escolar del centro, recibiendo siempre una respuesta una negativa. “A pesar de los esfuerzos de intentar agotar todas las vías, el Consejo nunca ha sometido mi petición a debate”, aclara este joven.

En este cuso escolar, Héctor ya está en tercero de la ESO y relata a Público que “ante el caso omiso por parte del centro y su dirección, he decidido dejar en el registro una carta cada semana para opinar sobre el malestar y el incumplimiento legal que supone convivir con estos crucifijos a diario”.

El joven Hector Sánchez, en una imgen de video reciente.

El joven Hector Sánchez, en una imgen de video reciente.

A sus quince años, destaca que “han sido muchos los compañeros que han compartido su interés de seguir la iniciativa, ya que también hay alguno que no profesa la religión católica y no entiende porque tienen que presidir la clase”. En su carta recuerda que tiene "amigos musulmanes, evangelistas que no deben ni quieren como yo, convivir con esta simbología”.

“Ningún interés de debatir en el Consejo Escolar”

La petición de Héctor ya ha trascendido las murallas de su propio centro, contando con el apoyo de la organización Andalucía Laica que ha lanzado un comunicado a favor del estudiante. En el escrito ha “reclamando no solo sus derechos, sino los de sus compañeros, contra la confesionalidad imperante en su centro” que es de titularidad pública”.

Los padres del joven, Manolo y Cristina, han acudido en diversas ocasiones a reunirse con el director del centro, “sin tener ningún interés de debatir esta petición en el Consejo Escolar”. Incluso el padre de Héctor, docente de profesión ha manifestado que ante la petición de pedir al centro las actas del Consejo Escolar, unos documentos que son totalmente públicos, han tardado casi “dos años en poder acceder a ellos” ante la falta de colaboración del equipo educativo.

Fuera del certamen ‘Así veo mis derechos’

El colectivo Andalucía Laica, recuerda que la dirección del IES no apoyó tampoco la participación del joven en el certamen convocado anualmente por el Defensor del Pueblo Andaluz, Así veo mis derechos. El vídeo que se encuentra subido a la plataforma YouTube destaca ) con la voz en off de Héctor, que “los derechos de los niños y niñas del mundo incluyen una educación laica en los centros de enseñanza”.

En el vídeo el joven destaca que todos “cuando vamos creciendo nos vamos dando cuenta que la igualdad está regulada en leyes, libertad de creencias y estado aconfesional”. En cada pasaje del vídeo muestra los crucifijos que se ubican en las aulas y como esta simbología vulnera “nuestra Constitución por una educación laica y también el Estatuto andaluz de Autonomía”. Héctor se pregunta. “Y entonces ¿por qué hay crucifijos en las aulas públicas? ¿por qué líderes religiosos visitan centros públicos fuera de la hora de religión y juntando a varias clases?”, todo esto es el germen de la discriminación e intolerancia que en el futuro tendremos como adultos”.

El propio Héctor relata que su profesor no permitió que concursara en el certamen en la edición del pasado año “porque no reunía las expectativas del centro para que fuera en representación de su instituto”. Y para este joven era una “manera de censurar esta lucha que ya ha trascendido fuera de su círculo”.

La última palabra la tiene el Consejo Escolar

La dirección del centro ha destacado que la decisión de la continuidad de los símbolos religiosos depende del Consejo Escolar (también interpelado por el estudiante), que se atribuye la facultad de decidir la presencia o no de simbología religiosa.

El coordinador de Andalucía Laica, Manolo Navarro reclama a Público que estos Consejos son en última instancia los que “tienen la última palabra para retirar la simbología religiosa”. Y a pesar de “la valentía y perseverancia de este estudiante, “exige a las autoridades del centro y de la Junta de Andalucía que respondan positivamente a sus peticiones, eliminando la simbología religiosa”.

Navarro concluye en su experiencia dentro del colectivo que “lo que hoy en día nos sorprende mucho es que exista gente que piense que en un espacio público tengan que hacer espacios sacralizados”.

El artículo 21 del Estatuto andaluz señala explícitamente en su apartado segundo que la enseñanza pública “será laica”, aunque más adelante apunte que “los poderes públicos de la Comunidad tendrán en cuenta las creencias religiosas de la confesión católica y de las restantes confesiones existentes en la sociedad andaluza”.

Héctor recuerda a Público la última visita del arzobispo de Córdoba, Demetrio Fernández, al centro, que obligó a todas las clases y alumnos a acudir al salón de actos. “Nunca me olvidaré que me quedé solo en clase con un profesor por el simple hecho que un líder religioso nos estaba visitándonos”. Héctor a pesar de que este matriculado en la asignatura de educación en valores, está resignado a tener que perder sus clases cada vez que hay un acontecimiento de este tipo que exija la presencia de todos los alumnos. “Hasta que no consigamos ganar esta batalla no vamos a poder evitar que este tipo de eventos se sucedan cada año”, concluye a Público.

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