Público
Público

Apuestas Madrid En el corazón de las casas de apuestas de Madrid: "Trocearon Eurovegas y nos lo metieron en Carabanchel"

Apostar en el distrito madrileño es fácil. Hay el doble de casas de apuestas que en Barcelona y se arremolinan en torno a los lugares más concurridos. Los vecinos observan extrañados la llegada de tantos lugares para el juego. Es el retrato de otro barrio pobre repleto de tentaciones para los ludópatas.

Una casa de apuestas con pintadas en el barrio madrileño de Carabanchel. JAVIER BRAGADO

Carabanchel tiene 80 salones de apuestas y tres bibliotecas públicas para 253.040 habitantes. Al pasear por el barrio obrero, las salas de apuestas se acumulan ante la vista como un pequeño horizonte de neones. Así, en 20 metros se puede probar suerte con más de 100 tragaperras diferentes, pagar combos de apuestas deportivas y jugar a la ruleta.

La invasión no ha pasado desapercibida en este distrito, el más poblado de Madrid. Pintadas con la frases "Fuera de aquí", "No más casas de apuestas" o "Cerdos" señalan lugares de juego a la espera de licencia mientras numerosos vecinos se cuestionan cómo es posible tal proliferación de locales. "Es una burrada, una animalada en todos los sentidos", clama Tito, un vecino de la plaza de Oporto que reside en Carabanchel desde que era niño. Vio llegar la primera sala de apuestas hace más de una década. Entonces, pidieron permiso a la comunidad de vecinos para instalar sus antenas parabólicas y situarse en la concurrida plaza.

Ni antes ni ahora se siente molesto por la existencia de zonas de juego, pero desde su ventana ahora puede ver cuatro salones en 100 metros ofreciendo sus seductoras ofertas. "Juego siempre ha habido, con las maquinitas, pero con el juego online ha sido muy exagerado lo que ha pasado. El problema no es que la gente juegue, es que están en la calle y se junta gente muy joven. Y se mezclan drogas, alcohol y juego... ¡Una maravilla! y con gente muy joven", enumera desde delante de uno de los puntos clave de juego del barrio.

Un rato en la plaza de Oporto, cruce de líneas de autobuses urbanos e interurbanos, basta para observar que es una percepción generalizada. "Local que cierran de un comercio, local que abren de apuestas", asegura Julia. "Hay una aglomeración", comenta Aurelio. "Es demasiado. Hay en todos los lados. No entiendo de dónde han venido pero es una desgracia muy grande. Aquí en Carabanchel, que es un barrio humilde", se lamenta María, con más de ocho décadas en la zona.

"A lo mejor te pones a buscar una farmacia y ves una, pero de apuestas ves cuatro", se queja Manuel, un hombre de 44 años. Vive en Carabanchel Bajo desde que nació y de vez en cuando sube la zona de mercados alrededor de la Plaza de Toros de Vista Alegre. El panorama no cambia. Su ojos siguen viendo lo mismo. Vista Alegre es el barrio con más salas de apuestas de la capital, con 21, junto con el de San Diego (Vallecas), según los datos de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (Fravm).

Los salones de apuestas se ubican en las zonas más concurridas para atraer clientes. Plazas y lugares de paso. Donde antes se repartían cafeterías y sedes bancarias ahora se suceden los rótulos que invitan a probar suerte. "Aquí está lleno todo el barrio. Es muy extraño que haya tantas de repente, me imagino que tiene mucha clientela. No creo que esté bien y yo juego a la primitiva alguna vez y he hecho alguna quiniela", insiste Manuel durante uno de sus viajes de mediodía a comprar.

Más casas de apuestas que en Barcelona

Las percepciones de los vecinos del distrito se refrendan con datos. El Ayuntamiento tiene registradas 46 casas de apuestas en el distrito de Carabanchel. La Fravm ha contado más 80 en su listado, siendo así el distrito de Madrid con más locales de este tipo junto al Centro, según sus datos. El Ayuntamiento de Barcelona prohibió nuevas aperturas de estos comercios cuando en toda la ciudad había 35 salones de juego, 17 bingos y un casino.

Un cartel de una casa de apuestas con pintadas en el barrio madrileño de Carabanchel. JAVIER BRAGADO

Un cartel de una casa de apuestas con pintadas en el barrio madrileño de Carabanchel. JAVIER BRAGADO

La mayoría de los lugares para apostar abrieron hace relativamente poco. "En el último año y medio ha sido como las setas en otoño. Ha sido una proliferación exagerada. Yo no me explico esto, en este país lo único que está al lado y funciona son los bares y las casas de apuestas", comenta Emiliano López. Miembro activo de Asociación de Vecinos del Casco Antiguo de Carabanchel, recuerda que las licencias se pusieron en suspenso antes de final de año y que en mayo podrían reanudarse.

Cuesta encontrar algún vecino que observe algo beneficioso en que a cada paso se encuentre una casa de apuestas. Pero los hay. Javier (nombre ficticio a petición del entrevistado) se congratula porque un familiar fue contratado y cree que podría servir de freno a la caída comercial de la zona. "Ojalá hubieran venido cuando la crisis para que no se muriera el barrio", asegura. Este vecino no pone tantas reticencias. Es más, está desempleado desde hace años y ha solicitado un puesto de trabajo en varios de estos locales.

Hay aproximadamente una casa de apuestas por cada 3.000 habitantes. "Es un número desproporcionado, es una explosión en la que las autoridades públicas han mirado para otro lado. Parece que no querían Eurovegas, lo trocearon y nos lo metieron en Carabanchel", denuncia David Calvo, vecino de la zona y vocal del PSOE en la Junta del Distrito. Según sus datos, son más de 80 lugares de apuestas, aunque se intenten disimular los datos oficiales. "Cuando preguntamos, nos respondieron que simplemente había diez, por el descontrol a la hora de dar las licencias, porque muchas son licencia de bar. Por ejemplo, la que se llama Bar Codere General Ricardos elude el pago de impuestos que le corresponde porque tiene licencia de bar", denuncia.

Cerca de los centros educativos

Una sala de apuestas a 20 metros del Instituto Renacimiento aguarda con todo preparado y al menos otros tres locales tienen la persiana bajada a falta del permiso de salida. El Instituto Emilio Castelar está a menos de 200 pasos de la entrada al salón de juego más cercano. En cambio, los alumnos deben caminar 17 minutos para llegar a la biblioteca más cercana. "Lo anuncian como una cosa normal, te invitan a 50 euros. Entiendo que lo haya, yo juego a las cartas pero esto se va de madre. Y más estando ahí porque pasan cientos de críos. Es un instituto y hay un colegio justo al que he ido yo de crío", lamenta un vecino.

En la zona de Vista Alegre, otra de las que más salones suma, hay dos locales que han implantado recientemente un sistema de control de acceso. Los salones Nevada (situados uno frente a otro a cada lado de la calle) piden un documento de identidad a la entrada y quedan registrados quienes ingresan. Por el contrario, en la zona de Oporto se puede observar a varios jóvenes entrar y salir de una de las casas de apuestas a la misma hora que suena la campana de salida del instituto. Y esto preocupa a los vecinos.

La tentación para los ludópatas es evidente en un barrio pobre. Y los jóvenes son el perfil más vulnerable, según la Estrategia Nacional sobre adicciones. "Hace 20 o 30 años, un niño compraba con la paga algo en la pastelería, no era para vicio. Hoy todo lo guarda para vicio", se queja María. A ella le ha tocado muy cerca y hasta suelta las bolsas de la compra cuando se le pregunta por el asunto. "Es obligatorio dar el carné y muchísimos no lo piden. Mi nieto entraba antes de los 18 años porque como es muy alto no le pedían el carnet y pasaba. Y otra amiga, igual", se lamenta.

¿Cómo es posible esta cercanía con los colegios e institutos? "La Comunidad de Madrid dice que no pueden estar dentro de 100 metros de un centro educativo pero dan 10 años de carencia", explica Emiliano López desde la asociación vecinal.

Un salón de juego en Carabanchel. JAVIER BRAGADO

Un salón de juego en Carabanchel. JAVIER BRAGADO

La tentación de los jóvenes ludópatas

Según el Plan Nacional sobre Drogas, 140.000 adolescentes apostaron online con dinero real en 2016. "Lo malo de eso es que capten a los chicos jóvenes. Desde el instituto ya quedan aquí, en la puerta de las apuestas. Yo he visto a unos cuantos dentro", completa Manuela, otra vecina de la zona de Oporto. "Se ve juventud, pero que tengan la mayoría de edad o no... Puede ser", tercia su marido, Aurelio.

Desde el Instituto Emilio Castelar aseguran que no han observado un peligro con este tipo de comercios. Se están preparando talleres de información para los muchachos, pero consideran que el mayor peligro son sus adicciones a los videojuegos. El centro dispone de un trabajador social y una organización no gubernamental ayuda para alejar a los jóvenes de la calle y de todas sus tentaciones. No obstante, en el retrato del barrio obrero se priorizan la atención sobre la abstención y otros problemas derivados de una zona del barrio con numerosas familias desestructuradas y un menudeo de droga evidente.

¿Por qué han elegido Carabanchel?

La llegada de tantos locales de unas pocas empresas a la misma zona extraña a algunos. "No sé de dónde han venido tantos porque ha sido hace poco", reconoce María. Otros tienen claro los motivos. "Es curioso porque donde más hay, con diferencia, es en los distritos del sur [salvo Tetuán por sus características]. Está clarísimo que son barrios con problemas económicos, con nivel educativo bajo", señala Emiliano López. "Esto lo ves en Carabanchel, Usera, Moratalaz...", observa Aurelio. "Cuanto menos dinero hay, más abren", se lamenta María José, quien trabaja en la zona.

"El escritor Julio Embid, en Hijos del hormigón lo llama economía de la miseria ajena. Se basa en la desesperación de las familias que buscan una salida para llegar a fin de mes. Desde una perspectiva global, porque se está atacando al eslabón más débil de la cadena", apunta David Calvo. "En estas zonas están más tentados. Piensan: Si me saco unas pelillas que no me puedo sacar normalmente...", explica Cristina Casanova, enfermera que vive en la zona de Carabanchel Bajo.

Las postales visuales indican que las promociones funcionan. Los taxistas junto al Hospital Gómez Ulla acuden a los salones de apuestas porque el café cuesta un euro y antes había ofertas para desayunar gratis con la primera apuesta. El reclamo acierta y en las salas con bar se ven a más individuos que en las que sólo ofrecen máquinas tragaperras y apuestas deportivas. "Lo anuncian como una cosa normal, te invitan a 50 euros", comenta Tito. "Regalan demasiado para que se queden", protesta María con el recuerdo de su nieto adicto.

El deseo de los vecinos

Ante la situación, las reclamaciones de los vecinos del barrio de Carabanchel basculan desde el control desde el comercio hasta la desaparición total. "Me gustaría por lo menos que lo controlaran un poco más; no puede haber en una plaza dos sitios. Hay veces cuando hace buen tiempo que se crea un ambientillo... están fumando los porros, están borrachos y es algo sórdido", se queja Tito. "Me extraña que de pronto hayan proliferado tanto y supongo que la clientela no me da confianza. Me parece muy mal", ahonda Manuel en otra zona del barrio. "Nosotros vivimos justo encima de uno y se juntan todo el día con los borrachos. Algunas noches hemos salido a la ventana a quejarnos y no cambia nada", se lamenta Ana, otra vecina de Oporto.

Una pizarra de un salón de juego en Carabanchel. JAVIER BRAGADO

Una pizarra de un salón de juego en Carabanchel. JAVIER BRAGADO

"Yo totalmente en contra no estoy. Está bien que haya alguna", asegura Aurelio. No obstante, tras una pausa debate consigo mismo en voz alta mirando desde la puerta de una sala de apuestas al instituto que se puede ver desde allí: "No digo que los nenes, que son los más perjudicados en este tema... Tiene que haber de todo... pero con los nenes no puede ser que haya tantas y tantas y tantas". Su mujer es más tajante: "Deberían cerrar todos. Es lo que pensamos todo el mundo". Y María, con un nieto y una amiga en tratamiento por ludopatía apunta todavía más lejos: "Por supuesto, lo mejor sería que desaparecieran. Y hasta bingos y todo".

Las asociaciones inciden en las peticiones para que cambie. "Siguen abriéndose nuevos locales de juego en que ni controlan si entran menores incumpliendo la legalidad vigente. Estamos generando adicciones que son muy peligrosas y el drama que conlleva con las deudas que contraen que repercuten en familias con otras problemáticas económicas y sociales. Lo que transciende es adicción, desesperación, miseria y la gran mayoría de los ciudadanos no lo quieren. Es la heroína del siglo XXI. Generan exclusión social, una serie de perjuicios en la propia víctima porque necesita también de los servicios sociales para una emancipación. No vamos a prenderles fuego, queremos que se tomen medidas, que se restrinjan los horarios y que se restrinja su proliferación.", insiste el vocal socialista David Calvo.

"Hemos convocado manifestaciones y caceroladas, y estamos a la espera de las medidas que va a tomar este Gobierno. Esperemos que metan mano a las casas de apuestas", secunda Emiliano López desde la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo de Carabanchel. "Queremos que no se entre. Hay que cultivar una forma de no entrar ahí", apunta Cristina Casanova, enfermera y miembro activo de las asociaciones vecinales que distribuyen el folleto La trampa de las casas de apuestas (escrito por Olga Compte).

Récord y ruina

Carabanchel seguirá con su récord de salones de apuestas, si no hay cambios en la ley, hasta mayo como mínimo. Apostar en la calle será más fácil que en cualquier capital de provincia española porque oportunidades y locales se han multiplicado. Mientras, los vecinos seguirán observando el fenómeno. Y algunos, como Tito, avisan: "Es una salvajada, pero también que continuamente lo estén anunciando actores como José Coronado como algo normal. Cualquiera que tenga un familiar sabe que el juego es una ruina, es un desastre. Es peor que una droga, y te lo dice uno que bebe cañas".

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias