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Crisis climática La naturaleza frente al hormigón o cómo rehacer un litoral devastado por los temporales

La sucesión de temporales virulentos ha generado grandes impactos en los entornos urbanos del litoral. Paseos marítimos, puertos y otras infraestructuras son destruidos por el oleaje y las lluvias torrenciales. Ante esta tesitura, se abre un debate sobre la necesidad de reconstruir los elementos urbanos o generar nuevas infraestructuras verdes que protejan los entornos del cambio climático.

Un operario recoge parte de los desperfectos provocados por el temporal 'Gloria' en la playa de Barcelona. (Josep Lago-AFP)
Un operario recoge parte de los desperfectos provocados por el temporal 'Gloria' en la playa de Barcelona. (Josep Lago-AFP)

alejandro tena

Tres temporales extremos en tan sólo nueve meses. Esta es la realidad que ha convertido el litoral mediterráneo en una zona crítica donde las inundaciones y las lluvias torrenciales empiezan a ser fenómenos cotidianos. La propia Organización Meteorológica Mundial (OMM) advertía en la pasada Cumbre del Clima (COP 25) de cómo la crisis climática iba a hacer que estos fenómenos fueran cada vez más habituales y virulentos. Así, con la borrasca 'Gloria' en el recuerdo, se abre un debate sobre la idoneidad de reconstruir los puertos e infraestructuras que son destruidas por la furia del clima. ¿Para qué gastar dinero en recuperar paseos marítimos devastados si, probablemente, un nuevo temporal los sacudirá?

"Que se den soluciones, si no definitivas, sí con sentido, para revertir los paseos marítimos, para devolver a la naturaleza lo que es suyo y no desperdiciar millonadas que son cíclicamente tragadas por el mar", reflexionaba Álex Ruiz, alcalde de Bellreguard –localidad de la Comunitat Valenciana azotada por 'Gloria'– en referencia al más de medio millón de euros que costará reparar el paseo marítimo del pueblo.

El planteamiento de este regidor, en cualquier caso, no es descabellado y abre un debate relacionado con los usos del suelo que durante décadas se han dado en el litoral español. Desde el Colegio de Geólogos apuestan, tras la devastación del temporal de enero, por "deconstruir" la costa y "facilitar la reconstrucción natural de las playas como medida para evitar futuras catástrofes". 

"Los temporales de Levante son fenómenos relativamente frecuentes, pero con un litoral tan antropizado por infraestructuras y viviendas en primera línea, y unos ríos y rieras que no acarrean sedimentos, estamos impidiendo la renovación natural de las playas", valora Joan Manuel Vilaplana, experto del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (ICOG)

Los daños provocados por la gota fría del mes de septiembre se tradujeron en una inversión en reparación de infraestructuras de más de 11 millones de euros. Meses después, un nuevo fenómeno meteorológico azotó las costas de Murcia, Valéncia y Catalunya, dejando una desolación que todavía no está cuantificada de manera oficial y definitiva, pero que tendrá costes multimillonarios, según las primeras estimaciones de los ejecutivos autonómicos.

La virulencia de los fenómenos meteorológicos extremos, combinada con una mala planificación del territorio costero, ha obligado al Estado a destinar grandes sumas de dinero a reparar desperfectos. En 2018, el Gobierno destinó más de 40 millones a este tipo de actuaciones en el litoral español. Una cifra inferior –16 millones de euros– fue la que el Ejecutivo de Mariano Rajoy tuvo que destinar a las obras de playas y paseos marítimos de 2017 y 2016. Asimismo, los planes del litoral de 2015 supusieron un gasto de 21,5 millones de euros para las arcas públicas. 

"Todas las partidas van destinadas a reconstruir y, al final, es un dinero que termina yéndose por la alcantarilla"

Para los expertos, este gasto público evidencia que los planes de actuación no atajan el problema desde el punto de vista de la crisis climática. "Todas las partidas van destinadas a reconstruir y, al final, es un dinero que termina yéndose por la alcantarilla", valora Pilar Marcos, responsable de la campaña de Costas de Greenpeace, que señala a la raíz del problema; el urbanismo desenfrenado que ha imperado en las bahías españolas. La fragmentación del suelo, la destrucción de la naturaleza para crear viviendas, hoteles y otros elementos urbanos hace que las consecuencias de las inundaciones se agraven.

La política del hormigón que ha imperado en la costa impide, en resumidas cuentas, que la tierra pueda absorber con facilidad el agua del oleaje y las lluvias, lo que facilita escenarios de inundaciones. Un buen ejemplo de ello es València, la provincia con más superficie artificial construida en las denominadas láminas de inundación y el territorio con mayor riesgo de impacto por riadas en todos los periodos de retorno (etapas temporales en las que se espera que se pueda repetir el fenómeno en la zona), según el Observatorio para la Sostenibilidad (OS).

Área de la costa sur de Valencia. (Observatorio de la Sostenibilidad)
Área de la costa sur de Valencia. (Observatorio de la Sostenibilidad)

En el mapa se puede ver; en color negro, las construcciones urbanas; en color verde, el terreno inundable en un periodo de retorno de 10 años y; en rojo, las edificaciones afectadas por las inundaciones. Así, la mayor parte del terreno señalado se sitúa en las urbanizaciones costeras de la zona valenciana de La Safor. 

Ante esta tesitura, se abre un debate que busca reorientar las inversiones de reparación para devolver al litoral español sus cualidades naturales. Para Carlos Alfonso, geógrafo del Observatorio de la Sostenibilidad las "infraestructuras verdes" se presentan como una buena forma de repensar el territorio costero y mitigar las consecuencias devastadoras de los temporales. "Hay que restaurar los ecosistemas, mejorar sus interconexiones y facilitar la permeabilidad de las primeras líneas de costa", agrega, en referencia a la creación de elementos naturales como marjales o humedales que sirven de barreras ecológicas.

"La mejor inversión es respetar las leyes medio ambientales"

"La mejor inversión es respetar las leyes medio ambientales", añade Marcos, citando a la Ley de Costas. La edificación en zonas de riesgo por inundación ha sido, debido a los vínculos del litoral con el turismo, una práctica habitual, por lo que estos planteamientos renaturalizadores se suelen poner en duda desde un punto de vista económico. No en vano, existen planes de actuación que permiten que las actividades económicas costeras puedan adaptarse a los paseos marítimos reverdecidos. "No se trata de destruir los paseos marítimos sino de repensarlos. Se pueden generar infraestructuras que no sean de hormigón, como pasarelas de madera que puedan desmontarse en otoño e invierno", expone la experta de Greenpeace.

"Los puertos españoles no están pensados para el nivel de oleaje actual. Es el momento de transformar la Ley de Costas y crear una franja de protección, eliminando los núcleos urbanos que se han construido de forma ilegal", valora José Luis García, responsable del programa marino del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). Las inversiones que hasta la fecha se han sucedido han reconstruido las infraestructuras marítimas sin reorientarlas al escenario de cambio climático, generando un círculo vicioso de daños y gastos. En ese sentido, García considera que destinar el flujo de dinero a la creación barreras naturales de mitigación tendrá, a la larga, repercusiones positivas a nivel económico. "La costa será más natural y menos segmentizada, lo que favorecerá a un turismo costero más sostenible", zanja. 

Renaturalización río arriba

La borrasca 'Gloria' no sólo ha devastado paseos marítimos artificiales y núcleos urbanos a primera línea de playa. Las lluvias torrenciales y el alto oleaje ha puesto en evidencia que la gestión hidrográfica de los ríos tiene repercusiones en zonas costeras. Tanto es así, que la destrucción del Delta del Ebro se debe, no sólo al temporal, sino también a los usos del agua que durante años se han desarrollado río arriba.

Desde el Colegio de Geólogos advierten de la importancia que tiene la industrialización de la cabecera del Ebro –decorada con embalses hidroeléctricos y de regadío– en la catástrofe del Delta. Estas obras de ingeniería retienen los sedimentos e impiden que lleguen al delta, donde se depositan y facilitan la renovación natural del entorno.

García, por su parte, apunta a cómo la regulación de los ríos para fines industriales termina favoreciendo escenarios de riadas en zonas de interior. "Se desvían los cauces y se edifica en esas zonas que quedan liberadas. Lo que ocurre es que en escenarios de inundaciones el río vuelve a su cauce natural, provocando desperfectos urbanos", argumenta.  En ese sentido, los expertos reclaman que la inversión no vaya tanto a la reparación sino a la renaturalización de los espacios fluviales.

La actuación, no obstante, se precisa lenta y a largo plazo. "No puedes echar a bajo ni paseos marítimos ni núcleos urbanos construidos sobre cauces de los ríos. No se puede revertir de manera rápida todo este sistema urbano", manifiesta Alfonso, consciente de que el problema requiere una actuación pausada y basada en la creación de cinturones verdes que protejan infraestructuras y ciudades de las consecuencias destructivas de la crisis climática.

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