Opinión ·
Mientes y tal vez no lo sepas
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La Real Academia Española de la Lengua define bulo como "una noticia falsa propalada con algún fin". La preparación y difusión de estas falsas noticias ha estado presente prácticamente desde la propia organización de los humanos en sociedades. Su denominación inglesa Fake News se ha hecho tan popular que fue elegida "Palabra del año 2017" por el reputado diccionario Collins.
El bulo se elabora y emite con la intención de engañar, manipular, hundir o enaltecer personas o instituciones, para conseguir beneficio propio, ganancias económicas y créditos sociales o políticos. La historia está llena de ejemplos sangrantes y de su utilización en las confrontaciones bélicas , en la economía , en las religiones y en los intentos de alienación social .Tal vez la frase que compendia esta manipulación es la atribuida Göbbels, "una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad".
En el pasado los bulos podrían tener un efecto limitado o contrarrestado con demostración de información veraz, pero en estos momentos las redes sociales, debido a la velocidad de la difusión de las mismas y su número de impactos, pueda conseguir sus objetivos con cierta facilidad.
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Es difícil detectar en ocasiones una falsa noticia, en un estudio I Estudio sobre el impacto de las fake news en España realizado por la consultora Simple Lógica en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid, el 60% de los encuestados respondieron que sabrían diferenciar un bulo de una información veraz, sin embargo solo 14% acertó en las pruebas que les presentaron. También un 60% reconoció haberse creído alguna vez una Fake News y que esto le proporcionó discusiones con amigos y familiares.
El ser humano tiene tendencia natural a la credulidad y más cuando el bulo se adorna con criterios seudocientíficos que se escapan generalmente a su formación y comprensión, y también tiene una tendencia a la difusión rápida, presumiendo en su entorno de tener información en primicia.
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En el área de las enfermedades infecciosas se han construido múltiples bulos; por ejemplo, en la pandemia del VIH se llegó a argumentar que los mosquitos transmitían el virus. Anteriormente, la pandemia de 1918 que causó cerca de 25 millones de muertes, y que fue bautizada como “gripe española”, fue atribuida un arma "veneno alemán”, desarrollada artificialmente por la Wehrmacht en la Primera Guerra Mundial que acababa de finalizar. Mucho antes , la peste bubónica que arrasó Europa a mediados del siglo XIV fue achacada al envenenamiento de los pozos por los judíos, dándole así un tinte político-religioso, que terminó en persecuciones , estigma y expulsiones.
En el caso del COVID-19 no solo abundan las teorías conspirativas que se han repetido en anteriores pandemias, y que se repiten como un mantra. Los bulos abarrotan internet casi tanto como los informes oficiales sobre la enfermedad. Bulos que afectan tanto al ámbito medico como al social. Un reciente ejemplo es que a los profesores se les posponía la paga extra de junio sine die y para ello se mostraba un documento perfectamente falsificado, firmado y sellado por el correspondiente consejero de la comunidad autónoma.
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Ante la evidencia de que en este momento noticias falsas o erróneas ocupan casi tanto espacio en internet como los informes oficiales sobre el tema, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha creado incluso su propio sitio web para hacer frente a los rumores desenfrenados sobre supuestos agentes curativos y canales de distribución.
Es el momento que la ciudadanía haga caso de las informaciones oficiales o de fuentes científicas acreditadas y no participe en la ceremonia de la confusión haciendo circular información de fuentes no seguras que aumentará la ansiedad y el miedo y que puede llevar al pánico. Sin renunciar al derecho y al deber de expresar opiniones críticas fundamentadas, se debe confiar en los organismos gubernamentales. Tengamos en cuenta que nada se transmite tan rápido como el miedo, que la mejor protección es no entrar en pánico, que no hay que difundir rumores, y sobre todo hay que creer en la ciencia.
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