Opinión · Punto de Fisión
Los tesoreros
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Ser tesorero en Génova es un deporte de riesgo. No levantan cabeza, pobrecillos, tendría menos peligro llevar las cuentas de la camorra. Bárcenas, Lapuerta, Sanchís y Naseiro, dichos así, de carrerilla, suena como una defensa alternativa del Real Madrid. Menuda batería de centrales, por ahí no es que no pase una pelota: es que no pasa ni un billete de canto.
Sumas los expedientes judiciales de los Cuatro Magníficos y te salen los siete tomos de En busca del tiempo perdido pero con dinero en lugar de recuerdos. Proust descubrió que los días de la infancia son irrecuperables pero los millones extraviados entran ya en el terreno de lo sobrenatural. Ése es un misterio que se queda para la banca suiza y para los jueces españoles, que están estudiando la letra de Bárcenas como si hiciesen crítica literaria.
El propio Bárcenas ha sacado su arsenal de lecturas y ha citado a Franz Kafka como precedente en esta novela repleta de jueces, requerimientos y metamorfosis. Más que al comienzo de El proceso, con su implacable intrusión policíaca, su historia recuerda a la de Gregor Samsa: "Cuando Luis Bárcenas se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en ex".
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He ahí el terrible sino del tesorero genovés: pasar al olvido y a la clandestinidad, como las esposas de Barba Azul. No hay ni uno que guarde buenos recuerdos de sus tiempos de tío Gilito y de lo poco que les agradecieron los duros sacrificios y los servicios prestados. En una entrevista concedida a Europa Press, Angel Sanchís asegura que en su caso la tesorería fue una verdadera desgracia: "Jamás volvería a entrar en la política, porque a mí me costó muchos millones de pesetas de la época y lo único que me ha traído son disgustos". Tremendo. Todavía no sabemos la suerte que tuvimos los afortunados que simplemente nos dedicamos a cobrar recibos, a servir copas o a verlas venir. Los ricos es que sufren muchísimo, mucho más que los pobres, dónde va a parar.
Es difícil de creer pero para esta gente la política era una bola atada a los pies. Se hicieron millonarios casi sin querer, Sanchís exprimiendo limones y Bárcenas cambiando cuadros como si fuesen cromos. Si las labores de tesorero no les hubieran lastrado su creatividad, hoy Suiza limitaría con Portugal. Bárcenas dice que cuando él era joven y emprendedor todo el mundo tuvo sus oportunidades para ganar dinero. Desde luego él las aprovechó todas: las suyas y las nuestras. Era la misma época en que Solchaga aseguraba que España era el país donde más fácil era enriquecerse, aunque luego sólo se hicieran ricos cuatro (no exactamente los cuatro tesoreros del PP, pero casi). Debe de ser que casi todos los demás somos gilipollas.
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