Opinión · Carta con respuesta
Más ministras
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Lo anuncian como un hecho triunfal, pero a mí sólo me produce tristeza. Que una mujer, y además embarazada, vaya a ser Ministra de Defensa, no es un hito hacia delante, sino una caída desesperanzadora. Acabar con la inversión en investigación armamentística, renunciar al comercio de armas y abolir los ejércitos sí sería un avance histórico. La guerra, que yo creía que había sido siempre un brutal juego de intereses orquestado por unos pocos hombres poderosos, una manera más de seguir haciendo negocio con la muerte de los pobres, será también cosa de mujeres, que son y han sido siempre las únicas que han mantenido la dignidad y la razón de los pueblos en las guerras. ¿Por qué llamamos igualdad a hacerlas a ellas como a nosotros? ¿No deberíamos ser quizás nosotros como ellas? Hoy estoy triste, porque una mujer se ha rebajado a dirigir los ejércitos de una nación.
FERNANDO LAVIANA MARTÍNEZ SEVILLA
Bueno, yo creo que usted razona igual que ellos, con el mismo motor, sólo que girando al contrario. La guerra es cosa de hombres y las mujeres, en cambio, son pacifistas innatas y patatín patatán. Claro, hombre: desde Isabel la Católica a Margaret Thatcher, pasando por Condoleezza Rice, las mujeres con poder han actuado siempre de forma diferente a los hombres. Es innegable que la bondadosa Thatcher “ha mantenido la dignidad y la razón de los pueblos en la guerra” de las Malvinas, por ejemplo.
Con la idea de que lo único que cuenta es el sexo, al final, se llega a conclusiones de una majadería tan rampante como la que he leído, se lo juro, en al menos dos periódicos: que una de las “claves del nuevo Gobierno” es que haya más mujeres que hombres. ¡Pues vaya una clave, oiga! Este es un país raro. Un tipo se presenta a unas elecciones, no gana y entonces se va a su casa, en lugar de ponerse a trabajar en representación de los pocos que le han votado (como debería haber hecho). Resulta que hay que darle un premio. Una ministra casi consigue sublevar a Cataluña entera y hay que mantenerla, igual que a otro tipo cuya soberbia y mínima capacidad negociadora consiguieron prolongar durante dos meses una huelga. Además, aparece un ministerio digno de Orwell: el de la Igualdad. ¿O era el de la Verdad?
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Antes los ciudadanos creían que bastaba con tener cierta edad para ser sabio y que las decisiones importantes debían estar, por consiguiente, en manos de un Senado. Ahora ya hemos evolucionado y no caemos en esa simplicidad, porque sabemos que basta con tener ovarios para rebosar sabiduría y bondad: por eso resulta una “clave” que al frente de Defensa esté una ministra. Es una lástima que no haya podido ser también negra, como Condoleezza Rice, aunque al menos es catalana. Algo es algo.
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