Opinión · Trabajar cansa
La sábana santa de la Transición
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“La generosidad con que afrontamos la Transición parece haber cedido el lugar a un rencoroso revisionismo y un ajuste de cuentas retroactivo.” -Luis Peral, senador del PP-
Desde hace un par de semanas, la catedral de Turín exhibe de nuevo la llamada “Sábana Santa”, el pretendido sudario en que habría sido envuelto Jesús. Desde hace años se sabe que es falsa, un fraude medieval. Pero eso no impedirá que dos millones de fieles y curiosos hagan cola para verla durante el próximo mes.
La Transición española también tiene su santo sudario: el relato construido en torno a la misma, un relato oficial que durante años ha tenido también millones de fieles que lo admitían como algo sagrado. Su autenticidad apenas era puesta en duda, pues parecía una tela perfecta, no se veía ni un costurón: un relato cerrado, sencillo, para consumo de todos los públicos, y en el que no faltaban los principales elementos de todo buen relato: héroes, aventuras, peligros, intriga, momentos de incertidumbre, emoción, y por supuesto un final feliz.
Así ha sido durante años. Hasta que las nuevas generaciones, menos supersticiosas que las anteriores, empezamos a examinar con lupa el sudario y nos dimos cuenta de que era tan falso como la sábana turinesa. Y no sólo eso: la tela era de mala calidad, tenía desgarros –como esa Ley de Amnistía que parecía un bordado pero resultó un mal remiendo con pinta de cicatriz-, y empezó a deshilacharse, mostrando cada vez más agujeros por los que se veía todo aquello que hasta entonces había tapado.
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Hoy todavía hay creyentes que se arrodillan ante ese relato de una Transición idealizada, pero muchos nos damos cuenta de que no es más que una cortina que apenas tapa por mucho que la estiren. Sus sacerdotes nos dijeron que sirvió para envolver la democracia y la reconciliación, y lo que en realidad cubrió fue el cadáver del franquismo, cuya huella ha quedado grabada como el rostro de la tela turinesa.
Por eso hoy saldremos a la calle. Para gritar que ya vale, que treinta años después sigue habiendo asesinados y torturados que esperan verdad, reparación y justicia. Todo aquello que la democracia no les ha dado, quedándose con el culo al aire. Y no hay sábana que lo tape.
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