Opinión · Trabajar cansa
Sanidad pública gracias a unos y a pesar de otros
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“Avanzamos hacia una sanidad más cercana, más humana, más rápida, más eficaz y de mayor calidad.” -Mensaje de Esperanza Aguirre en su web institucional-
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Me extraña que los vendedores de servicios sanitarios no hayan instalado todavía un tenderete en la puerta de los hospitales y ambulatorios madrileños. No será porque no puedan, que Aguirre es muy liberal y lo autorizaría. Será que no lo necesitan: el recuerdo del paso por la sanidad pública dura lo suficiente como para que muchos contraten un seguro privado sin que se lo vendan a la salida.
Si lo que pretenden es que todos (todos los que puedan pagárselo) nos pasemos a la privada, van camino de conseguirlo: el daño que el gobierno madrileño está haciendo sobre el sistema de salud es criminal. Tras el escaparate de los nuevos hospitales y camelos como la libre elección, la realidad es lamentable: deterioro de instalaciones, privatización de las nuevas, menos personal, saturación.
En los últimos meses he tenido varias experiencias sanitarias, y si no fuera defensor militante de lo público y no supiera además que la privada no es mejor, ya me habría hecho socio de alguna compañía: enormes esperas, personal desbordado, fallos en la concesión de citas (tras privatizar el servicio) y cabreo generalizado entre los usuarios, con escenas de tensión que sufren los trabajadores.
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Pero igual que denuncio esto, con la misma fuerza tengo que reconocer el trabajo de los profesionales sanitarios: son ellos los que mantienen en pie el sistema, luchando contra las adversidades, sufriendo malas condiciones laborales, y pese a todo atendiendo con mucho más que profesionalidad, con humanidad, incluso cariño.
Siempre me han gustado esas cartas en los periódicos donde alguien agradece a los médicos que le atendieron, y hoy me sumo a ello: tras la hospitalización reciente de una de mis hijas estoy en deuda con el personal de La Paz: médicos, enfermeros, auxiliares, celadores y de limpieza, todos, tanto de planta como de urgencias, que en circunstancias laborales extremas no sólo no fallan, no sólo entregan más de lo debido, sino que además tienen palabras amables, cariñosas, para quienes lo pasamos mal.
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La sanidad pública en Madrid sobrevive gracias a sus trabajadores, y a pesar de quienes intentan cargársela.
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