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Opinión · Trabajar cansa

Dos millones de cobayas

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A los castellano-manchegos se les está poniendo una cara de cobaya que asusta, desde el momento en que su presidenta se ha vestido bata blanca y guantes, y escalpelo en mano se propone convertir la comunidad en el laboratorio donde probar las políticas del PP contra la crisis.

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La propia Cospedal asegura que su plan es “un ejemplo para España”, y ayer la prensa afín celebraba su decisión de meter tijera, podadora y hasta sierra eléctrica al presupuesto público. “La dieta Cospedal”, anunciaba un diario usando términos de mercadotecnia adelgazante, y en efecto suena a dieta milagro: promete perder grasa sin pasar hambre, y hasta picando entre horas, pues no sólo no se resentirán los servicios públicos, sino que estarán mejor que nunca. Y sin subir impuestos.

Tanto partidarios como detractores de la dieta Cospedal coinciden en que Castilla-La Mancha es el laboratorio del PP: los primeros, para vender el programa de gobierno con que Rajoy nos sacará de la crisis; los segundos, para que veamos las orejas del lobo bajo su piel de cordero. Y entre medias, dos millones de conejillos de indias que van a probar en carne propia las teorías populares.

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Lo malo es que el experimento va a tener poco tiempo para mostrar resultados: de aquí al 20-N no hay meses suficientes para que veamos si los toledanos y albaceteños se ponen azules, les sale una oreja en el lomo, mueren por sobredosis de medicina anticrisis, o por el contrario, como aseguran los entusiastas, salen fibrosos, atléticos, sin gota de grasa y sin perder calidad en los servicios públicos.

Así que, a falta de resultados, sólo nos queda fiarnos o no de la publicidad. Yo por principio desconfío de los vendedores de crecepelos, sobre todo los que prometen “optimizar” y “racionalizar”, que ya sabemos lo que significa. No me creo que los servicios básicos salgan indemnes con un 20% de presupuesto menos, metiendo más horas a los profesores y menos docentes por centro, y ahorrando 400 millones en “infraestructuras e instalaciones sanitarias”; ni tampoco veo cómo se recuperarán el empleo y la economía sin invertir un euro en obra pública y reduciendo las ayudas al sector agrícola.

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Me temo que, antes de que podamos comprobar si los castellano-manchegos adelgazan o mueren de hambre, nos veremos todos con hocico y bigotes de cobaya al mirarnos al espejo el 21 de noviembre.

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